Todos hacemos demasiada teoría, usamos el tiempo del que nos ha dotado la vida en cosas inútiles, pasajeras, mortales. Nos hemos olvidado de reírnos de las cosas, de restar importancia a las cosas poco importantes y de engrandecer las cosas o momentos valiosos y únicos. Los que decidimos dedicarnos a la educación tenemos que ser valientes, agradables, dialogantes, grandiosos y dignos de ser adorados y respetados…porque este oficio es sagrado y su finalidad siempre fue transmitir la sabiduría necesaria para afrontar la vida y conseguir una aproximación a la felicidad. No debemos convertirlo en algo mediocre y criticable. Es tiempo de revolución ¡adelante y a luchar!
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