A veces ocurre que con existir no es suficiente, dedicando demasiadas energías en decidir el color y el tamaño del envoltorio del regalo sin pensar en la importancia del regalo en sí.
A veces ocurre que no soportamos la angustia de elegir nuestra existencia y nos quedamos aparcados en la esquina oscura de nuestra mente, soportando la insoportable libertad que nos condena.
Y cuando aparece la cordura y miro la realidad de frente sólo hay más de lo mismo, más de lo de siempre, más de lo de nunca.
Cómplices de este malestar cultural por todos lados, devoradores violentos de las emociones, de la buena educación, del prestigio de saber pensar las cosas y lanzarlas para, en un acto sublime, dejar boquiabieros a los que saben escuchar.
La educación no necesita suspiros, ni últimos alientos. Nuestro sistema necesita bocanadas de espíritus libres y decididos a hacer ruido y cambiar. Es una gran mierda lo que estamos viviendo, la decadencia del pensamiento autónomo a favor de la programación permanente de la memoria. Todo lo que nos hace humanos, emocionables y emocionantes, inteligentes, extraordinarios, únicos, les molesta....La filosofía también.

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