martes, 20 de mayo de 2025

"Pelear con la pluma como una espada"


Tengo la costumbre de no mirar hacia otro lado cuando pasan cosas denunciables y feas cerca o lejos de donde habito. Reconozco que eso me ha acarreado algunos problemas: testigo de juicios, intervención en peleas callejeras... para qué entrar en detalles.

Hay muchos muertos que se amontonan estos días en las redes sociales y en las noticias. Todos esos muertos en realidad se amontonan en las calles, debajo y encima de escombros donde antes había escuelas, casas y hospitales. Se amontonan ante nosotros, en nuestro televisor, ese de 52 pulgadas con una nitidez bestial que miramos impasibles. No se confundan y aunque nos separen miles de kilómetros, no dejan de morir y de amontonarse. Y aunque no miremos siguen formando parte del paisaje actual.

Era San Agustín de Hipona el que dijo que había que pelear con la pluma como una espada. No soy de usar otras armas más que la del lenguaje, que siempre he considerado muy poderosa. La palabra y los actos nos definen.

Fui testigo en un juicio hace unos días. El abogado contrario me preguntó por qué no había más testigos si era cierto, como yo había explicado, que mucha gente salió a mirar y eran las 11 de la mañana. 

- Usted sabrá, como yo, que ante estos sucesos la mayoría de la gente se escaquea-le respondí.

- ¿Me está diciendo que la mayoría de la gente se escaquea, menos usted?- preguntó este abogado absurdo.

-Es evidente, estoy aquí, ¿ve a alguien más?- Le dije (me lo puso a huevo)

Esto es fácil, de verdad y no tienen que salir de sus casas: denuncien. Escriban en sus redes sociales su repulsa a la violencia, si realmente les estremece, redacten denuncias en comisarías si hay algo que no está bien, hagan llegar sus quejas, su rabia, la necesidad de que la justicia haga su trabajo justo. No se duerman cada día, mientras los muertos se amontonan o los grupos violentos hacen de las suyas a pocos metros de nuestras casas. Y por favor, no lean esto como si no pasara nada.

¿Ven a alguien más?



viernes, 16 de mayo de 2025

Mi homenaje a Enrique Ibarrondo


Esto de la filosofía forma parte de la herencia colectiva. Unos y otros, unas y otras, vamos transmitiendo a modo de reacción en cadena esta pasión por el libre pensamiento y la libertad de pensar.

Hoy, casi un año después, acabo de enterarme que aquél que sembró en mi el germen de tener una paja mental permanente en mi cabeza, murió.

Mi maestro de ceremonias, mi iniciador en el arte de la filosofía, el culpable de que yo hoy sea filósofa fue Enrique Ibarrondo. He sentido cierta nostalgia de mis comienzos en los debates que llevábamos a cabo en sus clases, nostalgia de esas reflexiones que provocaba en mi y con las que tuve que convivir en mi paso por el instituto. Enseguida supe que estaba hecha para ser filósofa y que la filosofía estaba hecha para mi. 

He recordado que no me despedí de él, pero si que años después cuando el formaba parte de mi tribunal de oposición le dije lo mucho que había significado que el fuese el primero. Después hubo otros, pero yo ya estaba conectada a la filosofía y fue fácil que mantuvieran mi atención. 

He recordado su seriedad y su ironía, creo que llevo algo de eso conmigo desde entonces. He recordado que en un trabajo de reflexión taché una parte para que no lo leyera y lo leyó y riñéndome me dijo que era extraordinario y que no debería de haberlo tachado. He recordado sus debates de ética en círculo, con ese permiso absoluto para decir lo que saliera de nuestras cabezas. 

Hoy, gracias a él y otros pocos que se cruzaron en mi camino y me han mantenido despierta, soy yo la que invito a la reflexión y provoco a mi alumnado. 

Van por ti estas breves palabras. Creo que de haberme enterado habría ido a despedirte, no lo sé, porque no soy de despedidas. Creo que después de muerto ya nada importa, porque no estás. Creo que posiblemente ahora que ya sé que no existes dejaré de pensarte.

Siempre que me preguntan porqué soy filósofa, hablo de ti.



 

 


lunes, 14 de abril de 2025

Soñar

No soy muy aficionada a indagar en la interpretación de los sueños que me acompañan en los breves momentos en los que duermo, pero a veces he de reconocer que me crea confusión cuando analizo alguno de ellos.

Puede que Freud tuviese algo de razón en cuanto a la relación entre los sueños y aquellos actos que reprimimos. Eros y Tánatos me persiguen a modo freudiano y me convierten en una delincuente perversa o en una pervertida delincuente. El último sueño que rememoro, me ha encerrado en un ascensor que no es ascensor sino un picadero-biblioteca en el que he follado y robado libros a partes iguales. He llevado a cabo prácticas sexuales no habituales en mi, conversaciones íntimas poco comunes y he robado aquellos libros, muchos descatalogados, que nunca he podido tener en mis manos. Si mi sueño es una conducta reprimida, debería rectificar y decir que son libros que todavía no he podido tener entre mis manos, hasta que los robe en algún momento de mi vida. 

Un ascensor que, en mi libre interpretación, se me asemeja a ese cerebro que he cerrado herméticamente para moverme con cierta libertad. Ese cerebro en el que no permito que nadie entre, ni aunque llamen insistentemente, como en mi sueño. No he escuchado los golpes que pegaban en la puerta pidiendo que lo soltase porque alguien necesitaba subirse en él. Era mi ascensor, mi espacio, mi polvo clandestino y mis libros imposibles de conseguir. 

Cuando finalmente se ha abierto la puerta y había una señora pesada gritando para usar el ascensor, mi imaginario animal sexual y yo nos hemos reído y cargando con el onírico botín hemos echado a correr saliendo de mi mente.


 

jueves, 26 de diciembre de 2024

Perdonen si no les deseo feliz navidad


Mis ojos se ponen llorosos con excesiva facilidad ante situaciones o conversaciones que para otros no van cargadas de ninguna emotividad. A veces me levanto y me retiro de la vista de los demás, con vagas excusas, porque me da vergüenza dejar caer mis lágrimas sin motivo aparente. He comprobado que casi todo lo que vivo, sea triste o alegre, me parece intenso y eso hace que me sienta incómoda. Nunca se cuando va a pasar: delante de amigos, desconocidos, alumnos, conferencias, cine, reuniones... Simplemente lloro. Se me encoje el pecho, el estómago, me presiona la nuca, me tiembla la voz, esquivo miradas y simplemente lloro. Sucede en público y en privado. Sucede...
En estos días no se estar alegre, esta creación de Banksy explica a la perfección parte de lo que me hace llorar. Los dibujos de Banksy, en general,  me hacen llorar. El estado del mundo hace que me resulte casi imposible dejar de llorar: Las preocupaciones y las alegrías de las personas que me rodean, las que no conozco y las que nunca conoceré.  El dolor físico, el mío propio y el que no tengo capacidad de calmar en los demás. Las limitaciones vitales, los grandes momentos, los pequeños y los todavía inexistentes. El daño que nos hacemos y las sorpresas que siempre están a flor de piel. Vivo emocionada porque estoy pendiente de todo, no existe el "no tengo tiempo", no existe el "ya quedaremos" o "ya te llamaré". Me emociona organizarme para tener huecos, quedar y llamar a los que necesitan ser llamados. No me decepciono, cada ser humano es responsable de lo que decide hacer y de las pérdidas acumuladas por inacción. Sobrepaso los límites, por encima y por debajo. No me molestan las interpretaciones porque aprendí que no sentimos lo mismo en nuestra humanidad. 
Vivo en una sobreestimulación permanente y en una taquicardia que me hizo pensar que estaba enferma y lo que realmente estoy es viva.

A día de hoy, la estadística indica que un 30% de las personas en el mundo son altamente sensibles. Lo que se conoce como una PAS.


viernes, 15 de noviembre de 2024

¿Para qué sirven los niños?

Los niños sirven para cuestionarlo todo. Cuando un niño deja de hacer preguntas se convierte de repente en otra cosa y deja su existencia espontánea para convertirse en un ser programado, estático y previsible.

Heráclito tenía razón, todo cambia y el agua del río no deja de correr y cambiar, pero los seres estáticos en los que nos vamos convirtiendo no nos dejan ni meter los pies en el agua. Corremos el peligro de mojarnos y dejar de formar parte de la masa que se sienta en la orilla porque el agua está fría.

No me gusta la mayoría, creo que he dejado de respetarla. Me gustan los valientes que se salen de lo habitual. Yo soy una valiente y estoy siempre alerta. No me gusta formar parte del todo sin un criterio que me avale, me gustan las minorías porque esas son las interesantes, las provocadoras, las indecentes. Por eso decido formar parte de ellas. 

Ayer por la tarde me senté a charlar con un pequeño grupo de alumnos/as, en un bar, tomando un té y casi sometida a un tercer grado, porque estaban llenos de esa curiosidad que no debe morir. A pesar de estar ya en la etapa adolescente, descubrí con entusiasmo que estaban despiertos, al menos en gran parte y que no habían perdido todavía la necesidad de saber, de preguntar y de escuchar. Valientes jóvenes y afortunada yo por encontrarlos en mi camino.

¿Quién querría seguir al rebaño, pudiendo dar un paseo en soledad mirando el cielo o sentada en un taberna irlandesa, en lugar de mirar el trasero de la oveja que llevas delante?

Gracias por una hermosa tarde: Marta, Daniela, Victoria, Kira, Gonzalo e Iker.

miércoles, 2 de octubre de 2024

Vuelva usted mañana

Mariano José de Larra, con esta expresión quiso criticar de manera satírica la enfermedad tan común y tan extendida de la sociedad española: la pereza. A esto se me antoja sumarle la ironía con la que el cine español trata también este defecto:  películas como Don erre que erre, en la que un simpático Paco Martínez Soria sabe perfectamente que los gigantes no deben ganar.

Como observadora y partícipe de este sociedad, puedo dar testimonio de que todo esto es real. Presenté dos reclamaciones entre los meses de agosto y octubre del año 2022 en la Dirección general de seguros y planes de pensiones. Dos reclamaciones en las que me vi obligada a llegar al máximo responsable porque la compañía en cuestión resolvió sus dos tremendas negligencias con disculpas y balones fuera. Pensarían que me iba a retirar...

Entiendo que el ciudadano decida no reclamar, entiendo que decida no denunciar porque la herramienta fundamental de nuestras administraciones es la de KO por agotamiento. Yo que no soy de cansarme demasiado en cuanto a injusticias se refiere, sigo después de dos años pendiente de mis reclamaciones en curso. Consulto recientemente y resulta que uno de los procesos ha finalizado en agosto (2 años después) y se han olvidado de mandarme la resolución. Llevo ya dos llamadas telefónicas en las que se me asegura que siga insistiendo que los inspectores ya me la mandarán y bajo la justificación de que es muy raro que no me la hayan comunicado, vamos ya por dos años, dos meses y días. Sí puestos a condenarnos, la administración no escatima en tiempo.

Hoy me han dicho que al menos les de un margen de otras dos semanas para mandarme la notificación. Me pregunto: ¿Qué son dos semanas más? Desconozco además si dicha resolución viaja desde el otro lado del mundo y en bicicleta.

No tendría un carácter español, si no tuviese la paciencia de seguir esperando, porque al final o esperas sin que decaiga la insistencia o te rindes y piensas como la mayoría: para qué me voy a molestar si no lo van a resolver.

Lo resolverán, menudos somos Larra, Martínez Soria y yo. Los tres sabemos que los gigantes no deben ganar. 

martes, 20 de agosto de 2024

Café y felicidad con Blanca.

Gracias J.J. 
Soñé que tomábamos café y sonreías. Soñé que hablábamos, aunque no he conseguido recordar sobre qué. Soñé que al final del café, de nuevo sonriendo, me decías que eras muy feliz. Perdóname, mi querida Blanca, pero no te he vuelto a soñar.

Y sí haremos, pues estamos/ en mundo tan singular,/ que el vivir sólo es soñar,/ y la experiencia me enseña,/ que el hombre que vive, sueña/ lo que es, hasta despertar. 

Conté lo que soñé y entonces fue más real. La parte mística me dirá que te acercaste a mi sueño para que supiera que, aún estando muerta, eres feliz. Siempre feliz. Me senté contigo a tomar café, quizá para aprender a ser feliz y a pesar de estar viva, ser feliz.

Dejamos cosas pendientes, siempre la muerte llega para dejar cosas pendientes. Las nuestras eran pequeñas, como nosotras, de esas de todos los días: la promesa de cafés más frecuentes, croquetas y pan recién hecho que no llegaron a tiempo a Madrid, fiestas familiares que la muerte de otros fueron anulando dramáticamente. Nunca llegamos a la distancia suficiente como para querernos del todo y sin embargo en mi sueño sabíamos que nos queríamos.

Temes a la imaginación. Y a los sueños más aún. Temes a la responsabilidad que puede derivarse de ellos. Pero no puedes evitar dormir. Y si duermes sueñas. 
H. Murakami