
Hoy al entrar en clase, el espacio se transformó bruscamente en terapia de grupo. Un alumno muy educadamente, me pidió desahogarse. Acto seguido y en tono amable, dijo que "los profesores son unos gilipollas", dijo que estaba cansado de que ver cómo fingen escuchar y no escuchan, cansado de que hagan caso sólo a unos pocos, cansado de décimas absurdas al borde del 5, cansado de que sepan de sobra los problemas que existen y no quieran hacer ni cambiar nada, cansado de que ver que hay alumnos de primera (a los que hacen todo el caso) y alumnos de segunda clase (los ignorados y abandonados). Me dijo: hay profesores que son buenos, hay profesores que me quitan las ganas de venir al instituto y luego están los que lo intentan pero no lo consiguen. Luego respiró aliviado y agradecido. Ha sido como una catarsis.
Mañana espero el equilibrio entre la gloria y la desilusión. Siempre espero...