
En Cataluña siempre ha habido libertad. Es ahora cuando una minoría, como si de un acto sectario y grotesco se tratara, pretenden hacer creer a una mayoría que son víctimas de verdugos inexistentes.
Otra cosa sería que gritasen libertad porque son esclavos de sus sombras, de sus vidas, de sus vicios y sus fracasos y de repente hubiesen descubierto que pueden salir de la caverna. Pero creo que no, porque si así fuese no lo harían en nombre de ninguna bandera.

Ando estos días hablando a mis chicos/as de Platón y Cataluña y en esta rebelión mal entendida, el camino es la buena educación: la cuesta empinada y escarpada, la que no todos están dispuestos a subir.