En cuatro y treinta y tres sonoros momentos
me desvela la razón
el ventilador del portátil
las teclas, golpes secos
el pez gigante-naranja salta.
Pitan los oídos como estrellas
me desvela el corazón.
Temblor en mi garganta silenciosa,
hay crujidos.
Y en el aire todavía lo de ayer
esperando.
Me desvelan las palabras,
las que no salen.
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