Gracias J.J. |
Y sí haremos, pues estamos/ en mundo tan singular,/ que el vivir sólo es soñar,/ y la experiencia me enseña,/ que el hombre que vive, sueña/ lo que es, hasta despertar.
Conté lo que soñé y entonces fue más real. La parte mística me dirá que te acercaste a mi sueño para que supiera que, aún estando muerta, eres feliz. Siempre feliz. Me senté contigo a tomar café, quizá para aprender a ser feliz y a pesar de estar viva, ser feliz.
Dejamos cosas pendientes, siempre la muerte llega para dejar cosas pendientes. Las nuestras eran pequeñas, como nosotras, de esas de todos los días: la promesa de cafés más frecuentes, croquetas y pan recién hecho que no llegaron a tiempo a Madrid, fiestas familiares que la muerte de otros fueron anulando dramáticamente. Nunca llegamos a la distancia suficiente como para querernos del todo y sin embargo en mi sueño sabíamos que nos queríamos.
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