En los últimos días podría escribir el guión de una película cuyo título, "Desmontando a Judit", incluyese a todos los adolescentes que enredados en los pensamientos filosóficos acaban rallados.
Judit |
Chicos que al principio del curso y atraídos por el platonismo, creyeron que eso era razonable, asintieron sin ninguna duda acerca de que el mundo son sombras y decidieron que no se dejarían engañar. Creyeron que toda la ristra de filósofos que hemos ido desgranando decían cosas lógicas que se correspondían en muchos casos con esos pensamientos inconfesables que en algún momento podían haber tenido.
Tuvieron miedo de no llegar a ser mayores de edad, miedo a no poder saltar la estrecha zanja que les hará libres del rebaño y les convertirá en ovejas negras.
Llegó el empirismo, el escepticismo, el racionalismo y fueron mecidos a veces por los sentidos, a veces por la razón y a veces por un genio maligno que no les dejaba estar ni dormidos ni despiertos. En ocasiones el vacío, la duda existencial, la angustia.
Y de repente "Pum... nos vienes diciendo que dios ha muerto, que hay que vivir la realidad, que la humildad y cosas así son valores inventados por la religión...y estoy desmontada"
Y esos esquemas que no están completos vuelven a desaparecer y algunos tienen el suficiente coraje para no esperar una construcción estable. Saben que se volverán a caer a poco que miren hacia dentro cuando intenten conocerse a si mismos.
Descubren que eso es la vida, que nada es seguro y menos cuando se trata de filosofía. Que todo cambia.
E incluso gritan para que por favor les abramos la caverna, el redil, la razón y les tratemos sin piedad para despertar.
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