miércoles, 4 de noviembre de 2020

Querida Ángela: Si me piden que haga balance de estos casi cinco años que hace que nos conocemos, sólo me vienen a la cabeza grandes momentos a tu lado. Hoy guiada por esa responsabilidad, de la que bien podría presumir, Ángela ha elegido una vez más. Y con su elección, hemos llegado quizá al final de nuestra andadura como profesora y alumna, como filósofa y filósofa, como aprendiz y maestra (no sabría decir quién es quién). Pero como en estos años hemos ido alimentando cuidadosamente nuestra relación, nos queda lo importante ¿verdad, querida amiga?. Llegaste a mi vida sobrada de todo y llena de nada: con una intensidad desordenada, con una lucha sin control, con una desobediencia injustificada. Llegaste como quien viene dispuesta a ganarlo y a aprenderlo todo sin preguntar demasiado, para años después cuestionarlo todo. Y ahora, mírate, eres toda una filósofa a quien ese "destino" que tan buenos ratos nos ha hecho pasar, no le va a arrebatar el placer de filosofar. Gracias por simplemente estar, por existir, por ser real y libre. Gracias por tu espontaneidad, tu esfuerzo y el regalo de escucharte reflexionar en voz alta en medio de tus risas. Ya sabes que no me voy a ninguna parte, no estaré lejos. Ya sé que no te vas a ninguna parte y que no estarás lejos. Te quiero, compañera del alma.

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