Un día de esos, hice 55 y balance rápido de una vida lenta. Hice 55 sin más, sin preámbulos, sin tragedias, sabiendo bien todo lo que había vivido.
Recogí algunas fotos y algunos trastos que he ido amontonando a modo de baúl de los sucesos y decidí que todo está bien como está. Restauro tanto muebles como almas heridas y cansadas, luchadora inagotable que acribillo la existencia a fuerza de palabras. Sexi, provocadora y un poco puta, tal y como debe ser. La vida me enseñó que tenía que usar mis armas de mujer para ser mujer y no cosa.
Filósofa de las de antes, de las de calle, de las que realmente sirven al ser humano, aprendiz interminable, escritora, cuidadora, cómica de tres al cuarto, empeñada en unir siempre y no separar. Amante estoica y perra cosmopolita y confusa.
Conversadora de sexo, de muerte de nada y de todo. Ignorante completa de lo que es necesario para vivir y ser feliz viviendo. Exigente sin criterio, demoledora por principios que no acabo de descifrar.
Que se agita arrullada por los ronquidos de los dos animales que a veces me acompañan. Ella lame mis lágrimas, la otra ruge y me rompe, pidiendo salir.
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