He pedido a los reyes magos que por favor no hagan realidad mis sueños. Si así fuera, la noche de reyes, sólo podría llorar.
Esta mañana me he sentado frente al papel en blanco y he cogido el sobre en el que está impreso: Para los reyes magos. Oriente.
Todos sabemos que no hace falta poner remitente, porque siempre saben dónde encontrarnos y aunque he cambiado de domicilio, siempre llegan. Este año, también llegarán.
Me gustan los libros que deciden traerme cada año, paños de cocina, toallas, bragas, viajes y pijamas. Pido que solo hagan realidad mis deseos más pequeños, porque los grandes e intensos serían peligrosos.
Queridos reyes magos: quiero que no hagáis realidad mi sueño de tener un apartamento en la playa porque no podría hacer frente a los gastos que genera, en estos momentos. Que no permitáis que muera entre terribles sufrimientos toda la gente tóxica que hay en el mundo a la que he deseado la muerte, por esa manía que tienen de proporcionar dolor a hermosas personas. No me regaléis una noche de sexo bestial con Vin Diesel, no podría sobreponerme a tanta excitación y no podría soportar perderlo después. No, tampoco sexo en grupo, ni todas las relaciones intempestivas con las que he soñado. Se que tenéis más cabeza que esta pobre filósofa y no haréis realidad mi deseo de dar un paso atrás en la historia para remediar los grandes errores de la humanidad y si, ya sé que hay que aceptar las cosas tal y como suceden. Exijo también que mi deseo de tolerancia no sea escuchado, porque corremos el peligro de tolerar demasiado, de tolerar lo intolerable y morir tolerando. Quizá vendría mejor un diccionario actualizado para comprender términos que no son bien utilizados, antes de pedir deseos.
No hagáis realidad mis miedos a no saber distinguir la verdad y equivocarme más veces. No dejéis que tome la justicia por mi mano, porque tengo las manos demasiado pequeñas, el corazón demasiado expuesto y la mirada amable, para ser justa y cometería errores. No hagáis realidad mi sueño de ser feliz, porque acabaría con la felicidad de los demás y eso es indecente. No sería lícito tener salud porque solo lo he deseado en mis sueños, ni el amor incondicional, ni la poligamia, ni la transparencia y la sinceridad, ni tener dinero para construir vidas decentes a los abandonados.
Por cierto, lo de saltar por un acantilado y morir volando hasta aterrizar sobre el mar, lo dejo a vuestra elección.
Queridos reyes magos:
Mejor no me dejéis soñar, para no tener que obligarme a olvidar cuando despierto.
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