Prefiero morir antes que perder mi conciencia y mis recuerdos. Es teoría vieja y existencialista decir que no elegí nacer, que me arrojaron en este mundo y me dieron libertad; también lo es la idea de que al igual que no lo elegí también me deberían dejar morir cuando yo quiera. Profunda tristeza cuando a mi alrededor observo la impotencia de aquellos que ya no existen en realidad, que ya sólo duermen en una cama o en un sillón mientras sus mujeres, hijos y amigos les observan, cuidan y compadecen esperando la muerte, la que siempre llega.
La idea de que no somos imprescindibles está demostrada, miles de años y gente que muere lo demuestra, al final siempre llega alguien que puede seguir con lo que otro dejó. A menudo desearías saber si tu presencia sirvió de algo o sólo es algo fugaz...esa necesidad de perpetuarnos que nos invade y alimenta nuestro ego. Esa necesidad de reconocimiento que no nos deja descansar tranquilos. Soy anónima, me gusta serlo. Paso de puntillas o a cañonazos según se preste la situación y soy feliz tan sólo con que alguien me abrace de vez en cuando porque en algún momento de nuestras vidas le hice ser un poco más feliz, más dueño de sus pensamientos, más crítico, más espontáneo, más sincero y luchador.Y por eso cuando llegue el momento quiero irme en libertad, todavía despierta para comprender la importancia de morir al igual que experimento la delicia de vivir.
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