He decidido sobrevivir al erotismo que me regala la vida y que a veces no puedo coger por incompetente. Sobrevivir a las noticias del telediario, cuando apenas puedo comprender el sufrimiento de lo que dicen. He decidido sobrevivir a la esperanza porque a veces creo que solo es medicina para las debilidades. Sobrevivir al tiempo, a las inseguridades, a la toxicidad que se vuelve contra uno mismo. Sobrevivir al espacio vital que a veces asfixia, a la libertad convertida en cadenas para el alma. Sobrevivir a la ausencia de tu mirada, a mi tristeza por no poder tocarte una vez más. Voy a sobrevivir porque he decidido que es necesario sobrevivir a todo lo que arrastra el tiempo, a lo interminable, a la violencia contra el ser humano, a la violencia. Sobrevivir al miedo que nos condena a dejar de cometer locuras, a dejar de vivir. Sobrevivir a las personas que atrapan, que insultan, que odian y no entienden que esto va de vivir. Sobrevivir a los malos de las películas malas, a las opiniones, a las verdades inmutables y absolutas que nunca he poseído. Sobrevivir a la incapacidad de expresar emociones, de emocionar y emocionarte. Sobrevivir a lo que se dice y a lo que nunca dijimos porque las palabras son insuficientes. Sobrevivir al cabreo ante cualquier injusticia. Sobrevivir al tío que tapona mi garaje, al que llega tarde, al que nunca llega y te deja esperando. Sobrevivir a los besos que nunca dimos, a los que robamos cualquier tarde, a las caricias fugaces y a las que dejaron huella en nuestra piel. Sobrevivir al placer de poder ir simplemente sobreviviendo.
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