lunes, 17 de junio de 2024

Qué tipo de profesora soy.

En estos días ando despidiéndome de algunas de las personas que habitan el instituto que ha sido mi casa durante 12 años.  Una gran parte de los chicos y chicas que han pasado por mi vida, me están haciendo llegar sus regalos en forma de palabras. Ellos/as saben que no hay nada que me guste más que recibir sus reflexiones.

Y ahora, lo importante de esta entrada de mi blog: hoy leyendo una de las cartas que me han dado cuatro de mis alumnas de la ESO, he descubierto de repente qué tipo de profesora soy. Han sabido describir lo que hago de una manera extraordinaria y ustedes tendrán que conformarse con tan solo una pequeña parte de su contenido:

… gracias porque cuando teníamos algo que contarte, en lugar de ignorarnos y centrarte solo en tu asignatura, nos escuchabas y ayudabas. Cuando los profesores como remedio a la clase sólo ponían castigos, tú buscaste una solución y en lugar de quedarnos sin patio o ponernos deberes hicimos juegos y cosas divertidas con las que aprendimos...sobre todo gracias por no haber dejado de confiar en nosotros y habernos apoyado siempre.....

Siempre soy la que escucha atentamente, la que ayuda, la que busca soluciones, la que sabe que los castigos no resuelven conflictos y no generan aprendizajes. La que quiere que aprendan de verdad y se reinventa a cada paso para que aprendan de verdad. La que nunca les deja a la deriva, sino que les dota de herramientas para que sepan navegar solos. La que nunca camina ni decide por ellos/as, sino que camina y decide junto a ellos/as.

Otros fragmentos que os dejo por aquí de los muchos escritos recibidos:

Espero que sigas demostrando que todos tenemos un potencial, que tú vas sacando de una manera u otra...

Agradecida por enseñarme que ser "la oveja negra" no es malo, aunque cueste, por ayudarme a ser más persona y menos masa...

Gracias por enseñarme el camino de la bondad y del bienestar...

Porque gracias a ti sé que la vida es un entrenamiento constante...

Gracias por transmitirme tu amor por la filosofía...

Tu capacidad para inspirar y motivarnos ha sido increíble...

Gracias a ti he podido crecer...

Me ha parecido divertido descubrir en estos días, en los que mis chicos y chicas me están llenando de abrazos y cartas, que soy la profesora que siempre quise ser, sin ninguna duda.


Gracias, queridos alumnos y alumnas por todos los regalos y escritos que estoy recibiendo. Por recordarme quién soy y sobre todo qué soy. Tengo un corazón lo bastante grande para llevaros conmigo. 



miércoles, 5 de junio de 2024

Soy tribunal de EBAU, que le vamos a hacer...

Si, soy tribunal de EBAU. Hoy al terminar un examen, una chica se ha echado a llorar desconsoladamente. No ha sido un llanto de joder que mal me ha salido el examen, ni un llanto de menuda mierda, he estudiado poco o lo han puesto muy difícil "que cabrones". Ha sido de esos llantos de angustia, presión académica y sufrimiento real. Cuando me he acercado a consolarla, le he dicho que solo era un examen, que había muchos más.... Y su compañera me ha dicho: Medicina.

A esa chica, que ha sacado todo dieces en bachillerato y posiblemente en muchas de las materias de las que se está examinando estos días, lo que le pasa se llama Medicina. Yo pensaba que lo que debería pasarle realmente, con esa edad, tendría que ser que está enamorada o que pronto empezará su carrera universitaria con ilusión y grandes perspectivas y que tiene que buscar piso, compañeras, irse del núcleo familiar... Pero no, estaba llorando por Medicina.

El sistema que existe para entrar en la universidad se encarga de joder VO-CA-CIONES, ya lo he visto muchas más veces y también se encarga de crear imbéciles que ocupan puestos de trabajo para los que no están capacitados. No importa si eres la persona elegida para ser una gran médica, lo que importa es que saques la nota que el sistema ha creado. Y se suceden todo tipo de ocupaciones: abogados indolentes, profesores que no educan, médicos deshumanizados.... En fin, podría decir que es lo que hay, pero no me da la gana. 

Lo que realmente voy a decir, es que un sistema de acceso a la universidad del que nadie se ocupa, de verdad, nunca ha sido ni será un buen sistema. ¿Quién decide para qué sirves tú?: ¿Los que ponen los exámenes de EBAU? ¿ las notas de corte? ¿la demanda? ¿los profes que te han educado o deseducado en tu paso por el sistema educativo? ¿tu situación familiar,  tu salud, tu estado de ánimo en los días 4, 5 y 6 de junio? ¿las horas intempestivas de algunos exámenes? ¿la falta de aire acondicionado en las aulas y el sudor de tus manos? ¿tu capacidad memorística? ¿la suerte? ¿el corrector flexible o el estricto corrector? ¿el humor del corrector cuando corrige? ¿Quién eres tú para corregir?....

Los más perspicaces habrán deducido, antes de llegar al final de mi cabreo, por qué soy tribunal de EBAU. 


miércoles, 29 de mayo de 2024

Gracias Faty. Lecciones de vida.

Foto final con nuestra invitada.

Hoy he conocido a Faty y conocerla ha sido tan restaurador, que no he dejado de pensar en su visita desde que nos hemos despedido. Ha venido amablemente a ocupar un asiento en el hermoso espacio que hemos construido para la filosofía. Comprenderán que esta visita ha sido extraordinaria, si yo les cuento que Faty (con y griega, ella me lo ha dicho muy claro), es la madre de uno de mis filósofos, Juan Miguel, de primero de bachillerato. Es aún más extraordinario, si les digo que Juan Miguel, la ha invitado a venir para formar parte directa de nuestro Taller de Amor, Sexualidad y Filosofía. 

Venía sonriente y nerviosa, en la misma proporción. Se ha sentado con nosotros/as en círculo y nos ha contado su historia de amor y sus inicios en la sexualidad y entonces, todo lo que llevo hablando con mi alumnado sobre estos temas ha cobrado sentido. Allí estaba ella, hablando de Luis, del cosquilleo que la recorrió de abajo arriba y de arriba abajo al recibir el primer beso, de sus secretos, de sus momentos desgarradores, de su felicidad, de su primera relación sexual y ese amor intenso que la ha permitido llegar al momento en el que hoy está: feliz y libre. 

Llevo varios días haciendo entender a mis chicos/as que en el Amor y en la Sexualidad, siempre han de ser libres. 

Faty nos ha acompañado para recordarnos palabras claves como la responsabilidad, la seguridad, la pasión, la sinceridad y la importancia de luchar por reafirmarse cuando una sabe quién es. Y esto, queridos alumnos y alumnas, solo se consigue haciendo bien ese trabajo de conocimiento personal del que tantas veces hablamos.

Ser filósofo o filósofa es estar en contacto permanente con la realidad, no se puede crecer de otro modo. Faty, hoy, nos ha refrescado un poco de esa realidad. 

Hay un proverbio africano que dice: Para educar a un niño, hace falta una tribu entera

Gracias por tu presencia y tus cariñosas y sinceras palabras. Gracias Faty, por no dudar en venir a acompañarnos y formar parte de la tribu.


                                      

Estos días nuestro espacio está abierto para que quienes lo deseen vengan a contarnos sus historias de amor y sexualidad. 

viernes, 5 de abril de 2024

Esperar NADA

 Apenas puedo decidir qué es real y adónde me llevarán las sombras.

Decía Platón que la realidad está estructurada en dos mundos: el mundo sensible y el mundo ideal. Habito, al estilo nietzscheano, -siempre me vi más erótica que terrenal- en el mundo sensible, no soy de pajas mentales inalcanzables. Nunca fui de amores platónicos, fui de polvos que no eran pensados. Pensar demasiado, acaba con todo y sino mírame.

Decía Platón que el mundo sensible, el de la caverna, está lleno de imágenes y sombras que otros han proyectado para nosotros. Decía que el mundo inteligible estaba ocupado por las ideas, lo real, lo original, lo objetivo. Casi todos sabemos que Platón se equivocaba y que la razón no nos va a llevar a la mejor comprensión y conocimiento de la realidad.

Soy irracional, apasionada, pegada al suelo y al infierno, amo la vida que me asfixia porque creo que es la única que merece ser vivida. Es la única que me permite estar rozando la muerte y eso me excita.

Soy una puta loca, romántica, que nunca espera nada. Quizá porque la mayoría de las veces, no pasa nada que no esté previsto que vaya a pasar. Por eso me aburro de la gente cuerda que siempre apela al destino.

Postdata: Quizá alguien entienda mi locura. Quizá entiendan
que no quiero medir las cosas. 
Quizá alguien entienda todo esto que yo no entiendo. Ojalá me equivoque y pase algo y esperar sirva y no me encuentre con nada, de frente, una vez más.

miércoles, 27 de marzo de 2024

¿Por qué vives?

                                                      Para J.J. Con el permiso que da la complicidad.

Me cuentas, que en la novela que ambos estamos leyendo de Paul Auster, te has tropezado con Emma Goldman y que tiene un propósito y que pasa por luchar por una sociedad un poco más justa. Me cuentas, que coleccionar lo que sea, es un propósito necesario al que entregar una vida y que hay que asegurarse de que ese legado sobreviva. Me dices que tu propósito son los libros, que acumulas más de tres mil en tu casa y que aunque son suficientes, son tu propósito. Que tu propósito es estar ocupado y afirmar que vivir es tener un propósito. 

Paul Auster
Me pregunto si tener un propósito no es el billete de huida. ¿Será el propósito que uno se marca, esa maleta que vamos haciendo porque sino está la Nada? La gente siempre está huyendo. La gente prefiere construir cosas, propósitos, que lo único que hacen es interponerse en ellos y la verdad. Y ahora me preguntarás qué es la verdad.

Emma Goldman
Si miras a tu alrededor, con los sentidos bien abiertos, sin el propósito de querer alcanzar nada, verás que todo está bien. Me repito con mucha frecuencia, algo que aprendí del budismo: la realidad es lo que es. Me repito que vivir con propósitos se asemeja a vivir con expectativas, se asemeja a dejar atrás lo que es, para vivir lo que quizá será o quizá no: tu propósito.

Nada tiene la suficiente importancia, porque todo dejará de ser. ¿Qué te hace creer que necesitas más de lo que tienes?


Un día inefable.

Dibujo, regalo de Abel.
Yo que me creo conocedora de esa maraña que son las emociones, no identifico cuáles son las que me están haciendo perder la cabeza. Sigo mi entrenamiento a la espera de poner nombres a lo que padezco y poder actuar en consecuencia. ¿De dónde procede la tristeza que me obliga a quebrarme bajo la lluvia? ¿Cómo se ha incrustado en mí esa desazón a la que nunca permití el paso? ¿Por qué mi caminar se ha vuelto pausado y vulnerable?  ¿Acaso, he desatendido los mensajes, que con inusual insistencia, lanza mi mente? ¿O será mi alma, eternamente cansada, la que hoy habla por mi boca?

Los ruidos siguen girando a mi alrededor y todavía no he descubierto si está en mi deseo aplacarlos. Se atropellan y superponen las palabras y no las he dado permiso para envolverme. ¿Qué dicen todas esas letras que merodean por aquí? ¿Por qué el silencio remueve mi soliloquio neuronal? ¿Acaso, he accedido por fin al interruptor que llevo en mi costado? Y entonces lo puse en la opción de apagado y así sigo desde entonces. 

Dedicado a esta puta locura, que es vivir.

viernes, 16 de febrero de 2024

Elisa y Diego

Mi padre me enseñó a andar por los pasillos de un cuartel en Valencia y aunque no forma parte de mis recuerdos, sé que lo hizo. Mi madre me enseñó también a caminar. Mi padre me enseñó a montar en una bicicleta azul BH,  por las aceras del barrio de Pontika y sé que mi madre miraba desde la ventana del cuarto piso en el que vivíamos entonces. Mi padre me enseñó a nadar entre las olas de la playa de la Concha, la playa que más me gusta del mundo, porque siempre la recuerdo con olor a bocata de calamares en la parte vieja, arena y sol. Mi madre nunca supo nadar, pero estaba vigilante y aplaudiendo desde la orilla, tomando el sol girando sobre sí misma. Mi padre me enseñó a conducir en su seat 127 blanco, por las calles vacías de Badajoz, cuando todavía los habitantes dormían. Mi madre siempre se arrepintió de no haberse sacado el carnet de conducir y ser más independiente. A mi hermana y a mi nos regalaron esa independencia nada más cumplir los 18 años. Mi padre me acompañaba siempre al médico, al instituto, a cualquier papeleo. Mi madre me enseñó a bordar a mano, a hilvanar, a tejer, a hacer los ojales más espectaculares que conozco. De mi padre aprendí a hacer la tortilla de patatas y las migas. De mi madre el cocido y a cambio yo la enseñé a hacer unas croquetas que nunca le salieron bien.

Mis padres pagaron mis estudios, mi carrera universitaria en Salamanca, muchos de los libros que hoy pueblan mi biblioteca llevan sus nombres, cubrieron de emociones mi vida, me alimentaron y vistieron, compartieron mis éxitos, me consolaron y también me gritaron para reñir todas mis faltas adolescentes y también de madurez. Me acompañaron en mi boda, cuidaron de mi cuando estuve enferma, acunaron a mi hija y me dejaron cuidar de ellos hasta el final. Supongo que me enseñaron a morir, también.

Elisa y Diego, son mis padres y han dejado de existir. Para una filósofa como yo, existir es intención, es un motivo alojado en mi pensamiento, es tener una realidad sensible a la que acercarse. Y cuando tomamos conciencia de que existimos, sabemos que existimos y sabemos que morimos también. Mi padre siempre tuvo un perfil de filósofo excéntrico, en algunos momentos y tras la afirmación que malos somos para cuatro días que vivimos, dejaba que su conciencia hablase en voz alta para mi. Mi madre practicaba una filosofía más esquiva, más doméstica. 

Y yo, en menos de tres años, me he quedado huérfana. Me quedo con sus genes: excéntrica y esquiva.