jueves, 10 de junio de 2021

Madrecita


Sin duda alguna, el peor dolor es el del Alma. Mi madre ha muerto y me he despertado de madrugada creyendo que al asomarme a la habitación la escucharía respirar de nuevo. No estaba. Mi madre ha muerto y no me sale explicar lo que duele la punzada que aprieta mi corazón, mi espalda, mi vientre, mi alma.
Mi madre ha muerto y su precipitada ausencia me priva de respirar con cordura y también me voy muriendo.
Hoy, solo escribo para Elisa, mi hermosa y valiente madre. Va por ella, mi lectora favorita, la incansable, la crítica más amable y agradecida. Espero que haya wifi para tu tabla y puedas leerlo.
Y ahora, solo se llorar, madre mía. Prometo volver a sonreír de nuevo. 
La tierra te será leve madrecita, porque el cielo, si existe, habrá puesto alfombra roja y hermosas flores a tu paso, para que entres.
líbranos señor de todo mal , ahora y en la hora de nuestra muerte.....

martes, 1 de junio de 2021

Paseo en autobús

Epistocracia, libertad, democracia, vigilancia, disciplina... en estos conceptos, que de repente se me aparecen como desconocidos, ando jodida rebuscando. 
Esta tarde he cogido el autobús y la jaula de grillos que llevo en mi cabeza se ha venido conmigo. He mirado por la ventana en los tres cuartos de hora que ha durado el trayecto y no he sentido nada. Me pesaban las piernas. Gente diferente subía y bajaba, esperaban, protestaban y preguntaban. Niños gritones, chupetes en el suelo rechupeteados sin escrúpulos y sin miedos. Pitidos de puertas y billetes, baches, obras, semáforos a destiempo como la vida. Barrios de periferia inmutables y de eternos azulejos desconchados e inmortales. Señores en los bancos con los sentidos alerta por si de repente pueden sentir el paso de algo. 
Parece que nadie está esperando que pase nada, tampoco yo. Bajan en su parada y miran atrás para escuchar el murmullo de los que todavía permanecen, como yo, tras la ventana del autobús. 
Piloto automático puesto desde que salí de casa. El bonobús me va a permitir llegar a mi destino. Me siguen pesando las piernas y la vida. El aire es denso y me sorprendo respirando un hedor a agua sucia y a sudor que no me molesta. Una señora mayor se sienta delante y suspira, probablemente le pesen las piernas también.
Al fondo siempre hay chavales sentados con sus cascos y música, despejados y despegados del mundo que transcurre tras las ventanas.
Un conductor en piloto automático también, porque, para qué pensar. Gira el volante, mete las marchas, abre las puertas y brinda la prometedora experiencia de viajar. Siempre que viajas, aunque sea un trayecto corto, pasan cosas. 
Las 19,35 horas y me bajo con desgana, me gustaría saber si volveré a ver a esas personas otra vez y qué será de sus vidas cuando bajen del autobús. Me gustaría saber si les importa qué será de la mía. 

 

lunes, 10 de mayo de 2021

David Saavedra

Yo amante de los tatuajes, miré la foto de su espalda: Rudolf Hess, un águila, alambre de espino... La amplié en mi ordenador y me dije ¡qué puta pasada, cómo tiene que tener alguien la cabeza para hacer algo así!
El pasado domingo en el programa de Évole, conocí a David Saavedra. David es un exnazi que ha decidido contar su historia con la intención y la necesidad de llegar a todos aquellos chicos que puedan sentirse perdidos y refugiarse en grupos de ultraderecha.
Inteligente, con un uso correcto del lenguaje. Gestos cautivadores, amable, con un discurso interesante y, sin embargo, casi frío. Supongo que cuando se ejerce el odio, por ignorancia, durante 20 años, duele y uno ya no sabe sonreir.
He leído el libro en cuatro ratos y era como ciencia ficción. Supe que es verdad y que es posible borrar la Realidad absolutamente y construirse una caverna llena de bárbaros, esvásticas, panfletos, banderas, populismos, ovnis nazis, interpretaciones, gurús del pasado y el futuro, planes irreales. Supe a través de las palabras de David, que es posible escuchar solo los ruidos de tu cabeza y de los que se han rapado y tatuado con tu misma ideología.
Gracias David. Creo que una vez más, tiene sentido esa letanía que ya tengo gastada de tanto decirsela a mis alumnos: esto es un entrenamientoes importante entrenarse para tener un pensamiento crítico.


domingo, 4 de abril de 2021

Abonando raíces

Hay veces que es necesario volver a los orígenes para coger impulso. Hay veces que hay que recordar dónde dejamos las raíces que nos amarraban a la tierra que nos hizo crecer, esas raíces elásticas que una ha aprendido a llevarse a dónde quiera que va. Si me preguntan, soy cosmopolita. Si insisten en preguntar, digo que soy de Ibahernando. En este instante sentada en el patio de la casa de siempre. Es curioso porque todo parece oler igual y ya no es igual. De pequeña el olor a vacas, a gallinas y a leche caliente recién ordeñada. El olor a matanza, a lumbre, a café de puchero y garbanzos a fuego lento.
No he dejado de venir nunca, hoy sigo aquí. Ha sido un día de hacer torrijas con huevos de campo, llevar a mi madre a misa de doce por ser domingo de ramos, recordar a Robert, amigo que se fue, cerveza en el bar de Carlos y Tere, charlas variadas, hay que ponerse al día. Paseo hasta la laguna, a la que han arrebatado los árboles que han custodiado fielmente y durante años los corazones , llenos de nombres, que había grabados. Sonaban las ranas y no había nadie más, solo yo y mis raíces degranando recuerdos. Escapada hasta el prao, el sol cayendo y mientras me acercaba me veía al lado de mi abuelo, guiando vacas y aprendiendo esas canciones que solo saben los abuelos. Hay veces que una vuelve y se va, para volver otra vez al mismo punto y no encontrar a nadie, solo a si misma. Y siempre, siempre, coger impulso.

sábado, 6 de marzo de 2021

"Muerte entre las flores"


El azar quiso que saliésemos caprichosamente de cualquier vagina, de las muchas extendidas por el mundo. Extraordinario azar que nos ha traído a la vida, aún sin desearlo. El mismo azar que nos llevará a la muerte.

Sé con seguridad que voy a envejecer y será en un largo otoño. Sentada debajo de un cerezo, fresco, como el tatuaje en mi brazo derecho. El amor de mi vida a mi lado, acariciándome la mano, media sonrisa medio borrada de tanto sonreír. Casi sin recuerdos, porque al fin y al cabo, para qué recordar. Alabando cada ocurrencia con ruidosas carcajadas, porque cuando envejezca reiré con fuerza para escucharme. Distorsionando en  mis oídos el aleteo de insectos, el viento despegando hojas del cerezo, deshojando flores de mi brazo y de mi alma.

Sé que amaré el color del cielo, pasearé cada noche con Minerva a mis espaldas, fingiré que aún puedo ver las estrellas y la luna me acompaña.

Estarán algunos de mis libros, especialmente aquellos que siempre estuvieron cerca para consolarme o enseñarme. Sobre todo apilaré en la mesilla aquellos que siempre me pellizcaron, para recordarme la importancia de dejar de leer y vivir.

Mis manos en reposo sobre el regazo, apaciguarán mi cuerpo y mi mente. Bajo el cerezo entornaré la mirada y me dejaré vaciar, para entonces espero no estar ya llena de nada. Respiraré tranquila, escuchando, a veces si a veces no, mi corazón.

Y con seguridad, en alguno de esos instantes, moriré.

sábado, 9 de enero de 2021

La vida te da un aviso

No sé muy bien qué significa, cuando escucho a un médico decir a alguien que la vida le ha dado un aviso. ¿Un aviso por qué o con qué finalidad? ¿La vida avisa de que estás vivo?¿Acaso, la vida a modo de agenda existencial nos va recordando cosas?

¿La vida es algo particular que habla con cada ser humano y dicta su destino? ¿Viene la vida y nos habla para recordarnos que nuestra obligación es estar vivos? ¿Y si enfermamos, tenemos que rendir cuentas porque hemos fallado?

¿La vida es algo universal y todo es vida? Y si es así ¿por qué tendría la necesidad de avisarnos? 

A esa afirmación casi trágica del aviso, le sigue la coletilla, no menos trágica, de la vida es así.

Y ahora ya sí que una se descoloca, porque no alcanzo a saber si la vida podría ser de otra manera, que no sea la de ser vida, la vida.

Supongo que es pura retórica o expresión hecha, que tampoco pretende sembrar en mí el desconcierto. La vida es así y como es así, así deben de suceder las cosas, tal y como suceden, sin más, porque no tenemos la oportunidad de cambiarlas. Solo son.
Y entonces, la cosa cómo queda: ¿La vida te da el aviso de que es así? o ¿la vida es así y solo te avisa?😰

viernes, 25 de diciembre de 2020

Carmen

Cuando digo mi nombre, estoy diciendo nada. De hecho, si lo repito con insistencia, lo que yo soy en mi nombre, acaba desapareciendo y apenas queda una imagen distorsionada de lo que yo soy. Detrás de mi nombre hay nadie, en mi nombre, nada.

Pueden parecer extrañas mis palabras, acostumbrados como estamos a identificarnos con nuestro nombre. A la pregunta quién eres, siempre respondemos nuestro nombre. Pero mi nombre es solo la puerta de entrada a mi misma. Descubro además, que yo misma soy el huésped de mi nombre. Caminamos por el espacio sonoro que describe nuestro nombre, repitiendo nuestro nombre, resonando creemos que eso nos dota de una existencia más real . Si no suena un nombre en mi boca cuando me presento, si no sabes como me llamo, si no digo mi nombre cuando aparezco por primera vez y si lo olvidas por falta de atención, sencillamente no estoy (o no soy). Carmen, sólo es el primer acceso para entrar en el ser humano que se presenta ante ti cuando apareces. Si nadie llama a la puerta, Carmen no está.

Desapareceré y mi nombre morirá conmigo. Una lápida grabada solo será el empeño de los otros en hacerme irremplazable, cuando ya no soy.

No soy mi nombre. Y si suprimo mi nombre, quizá puedo llegar a saber quién soy.