sábado, 28 de marzo de 2020

Si no lo digo reviento y no quiero reventar sin decirlo

Pintada como un mimo porque me gustaría no tener que llegar a usar las palabras, pero sino lo hago reviento.
Soy profesora, de esas que una gran mayoría llamará utópica; de las que yo llamaré, simplemente, maestra. Maestra en el término adecuado de entregada a su profesión como una loca, de las de verdad, de las que ya quedan pocas en este planeta obtuso y enrarecido por la falta de profesionalidad y responsabilidad. Soy una de esas profesoras que tiene en cuenta el trabajo diario de sus alumnos, su participación activa, su progreso permanente, sus desidias, sus perezas, sus iniciativas, su dedicación, sus contradicciones, sus despistes y sus aciertos. Que observa lo que ignoran y deja que aprendan lo que no saben, que no les dirige ni digiere todos los conceptos, que les deja respirar, expresarse, reírse en voz alta, llorar, hablar sin levantar la mano, porque a veces su ímpetu no entiende de orden. Maestra que les riñe y les habla con claridad de la estupidez humana, que les llama borregos y que les dice que algunos lo serán siempre, que no les engaña con demagogia ni "no te preocupes". Que les aborda en cualquier sitio para darles un chute de realidad y sacudirles un poco el pavo que llevan encima. Que les deja rectificar y mejorar siempre.
Maestra de las que no necesita exámenes para castigar o premiar, que ha decidido educar, incluso en tiempos de crisis. 
Maestra cansada del abuso desproporcionado hacia los alumnos, de que ser docente en este país se haya convertido para muchos en unas vacaciones con los gastos pagados, en un abuso de autoridad sin sentido, en un desbarajuste y falta de responsabilidad permanente hacia uno de los oficios más hermosos del mundo. Muy cansada de pedir disculpas por los que no hacen bien su trabajo. Muy cansada de que no se rindan cuentas y que cada uno haga de "su capa un sayo". En cualquier empresa cuando el cliente no está satisfecho se le devuelve el dinero y si el trabajador no cumple se le despide. Que cada uno saque sus propias conclusiones, yo solo he sacado las mías.

Mi maestro Sócrates se que estará riéndose de mi ironía y de mis aciertos en estas palabras, se estará riendo al darse cuenta que después de tantos siglos seguimos pensando que lo sabemos todo y no sabemos nada. Va por tí maestro!!

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