Al hilo de Platón, un año más, nos adentramos en las profundidades de las cavernas. Y precisamente de cavernas, cadenas y sombras iba la reflexión que les he mandado hacer a mis chicos y que han compartido en voz alta en nuestro espacio dedicado al arte de filosofar.
Confieso que me he agarrado con fuerza a mi silla y he abierto todos los sentidos para no perder detalle de todo lo que han conseguido extraer a su mundo. Platón habría estado satisfecho al comprobar que los prisioneros, adecuadamente educados son capaces de identificar las cadenas que les atan y las sombras que les acompañan en la adolescencia. Mis chicos han abierto en sus cabezas, el hueco que la razón se merece y han encontrado medios de comunicación encaminados a dirigir y decidir sus vidas, redes sociales que les hacen creer en una única verdad digna de adoración, padres y demás tutores que regulan sus miedos, conformismo, los Otros que opinan y presionan, sistema educativo que mata la curiosidad, más miedos que les poseen sin escrúpulos y que no comprenden, autoexigencia, pereza y al final se miran y son ellos mismos con ganas de salir y sin ganas de ser libres a la vez. Platón tenía razón, la caverna es calentita y allí no hay que esforzarse. Yo añadiría, que además para salir, hace falta ser valiente.
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