miércoles, 6 de octubre de 2021

Filosofía Aplicada Experiencial

No soy escritora de reseñas, pero puedo decir que, a modo socrático, soy filósofa hasta la muerte. Esto último es lo que me da la licencia necesaria para atreverme con un libro como este.

Le dije a José Barrientos que a medida que lo voy machacando en las variadas lecturas y relecturas que hago de él, más útil lo encuentro.

Para aquellos que busquen que la filosofía actúe como terapia, no les aconsejo su lectura. Para aquellos que gusten de añadir un análisis profundo y lleno de herramientas y obstáculos en su caminar por la vida, es muy recomendable. En cualquier caso, acercarse a la filosofía aplicada experiencial, siempre es un buen plan.

El filósofo en este libro, recupera el papel para el que nació: provocador incansable y humilde que nunca se cree en posesión de la verdad absoluta, porque sabe que no existe.

Nos permite romper la afirmación tan común acerca de la primacía de la filosofía teórica sobre la práctica, ofreciendo no sólo una conciliación, sino mostrando con claridad que la práctica es necesaria, frente al dogmatismo.

En sus líneas he podido comprobar la importancia de buscar que todos los que participen de esta práctica piensen y actúen por si mismos. Que entre las palabras y los hechos no haya una distancia insalvable.

El filósofo aplicado que pasea por sus líneas tiene que cuidar el camino, el discurso, la autonomía del que habla y del que escucha, la argumentación.... hasta que la cuerda aguante, bajándose de su pedestal.

José Barrientos, con esmerado cuidado nos va conquistando con la práctica de la filosofía. Recorre las diferentes formas y estrategias que puede haber para llevar a cabo los talleres de filosofía, haciéndose eco de ese valor que daban los estoicos al entrenamiento, sin descanso.

El libro habla del gobierno de las pasiones y el pensamiento crítico, sin perder el contacto con la realidad. No podría ser de otra forma, si hablamos de estoicos. El libro nos recuerda que la filosofía es para todos, aunque siempre lo fue. Que caben todos: mujeres, ancianos, niños, presos, angustiados y alegres, excluidos e incluidos también.

Me han cautivado varias cosas: el descubrimiento de que, aunque se de sobra que la vida puede ser un problema o incluso un cúmulo de sufrimientos, puedo convertir el padecimiento en recurso, cuando este está bien analizado y gestionado. Que no es necesario huir, sino que como buen caminante tengo que disfrutar de los pasos del camino y no solo ocuparme de hacer fotos para enseñárselos a los demás. Que no puedo hacer lo que me de la gana, sino lo que tengo que hacer, porque más allá de las pasiones que me puedan bloquear, está el compromiso con una existencia auténtica.

Creo que este libro es como un retiro con uno mismo, para conocerse y después de alguna forma servir a los demás. Ha sido la guía de mi propio entrenamiento, por eso lo he subrayado y leído tantas veces y por eso lo volveré a leer. Ahora todo lo que he aprendido de sus páginas y de su autor, lo estoy vertiendo sobre los que asisten a mis propios talleres de filosofía. Por ello, no puedo estar más agradecida.


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