Siempre que me preguntan de dónde soy, digo que soy cosmopolita. Ser ciudadana que habita en el mundo. me ofrece la posibilidad de no tener que plantearme, ni mi nacionalidad, ni mi gentilicio. No entiendo de fronteras.
En mi periplo, la vida me ha llevado a Sagrajas, lugar inexistente para mí hasta hace algo más de un año.
Habito en Sagrajas, lugar muy pequeño, con casas muy grandes. Hemos sido acogidos con la amabilidad preventiva de no saber quien habitará la casa de Isabel.
Vecinos impecables que, sin ni siquiera saber todavía nuestros nombres, nos prestan su luz, su agua, sus herramientas. Nos regalan los productos que salen de sus tierras, huevos, la charla en la entrada de la puerta, en el bar, un perol grande para hacer migas, su amistad y un buen puñado de paciencia mientras tirábamos algunos muros.
Todas las mañanas paseo por sus calles muy temprano, Kira, me acompaña. Estos días, Sagrajas brilla más, la niebla empaña el objetivo de mi cámara, dejando que los colores traspasen lo justo, para dejar el rastro de esas bombillas parpadeantes que sirven de alfombra roja para la llegada de la navidad.
Estos días, sentada frente al ordenador, escribo mis relatos. La ventana de mi biblioteca permite que todo el vecindario entre en mi casa a través de mi mirada observadora, sus quehaceres y las palabras que consigo ir robándole al silencio.
Aquí siempre hay silencio y por eso las musas y los ruidos han bajado de nuevo a mi cabeza.
Estos días adornan las calles, comparten bolas, lazos, árboles de navidad y material reciclado. Se suben a los tejados, para no dejar ni un centímetro sin ese espíritu navideño, que reconozco me han contagiado.
He abierto ya muchas de las cajas que he traído hasta aquí cargadas de sueños y se van haciendo realidad cada vez que reformamos un cachito más de estas paredes, de nuestro enorme patio, de nuestra convivencia con gente nueva. Estos días regalan migas, también roscón de reyes y chocolate y nos recuerdan que tenemos que acercarnos, que este espacio que es su pueblo, ya está empezando a ser también un poquito nuestro.
Aquí va mi ofrenda navideña: palabras.
Antonio, Carmen, Eva y Kira, deseamos que sirvan de agradecimiento a vuestra incondicional acogida.
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