viernes, 2 de enero de 2015

Hagamos que pasen cosas

Las navidades me dejan bastante "plof", son días que no acabo de comprender y no puedo saborear. Quiero recurrir a los tópicos de odio al consumismo injustificado, de excesos de alegrías fingidas e inexistentes, de miles de abrazos que nunca damos si no es navidad, de muchas personas a las que dedicamos una sonrisa cuando antes pasaban desapercibidas a nuestro lado. Una gran mayoría estamos jodidos pero... ahí sigue la navidad como el momento de la esperanza, de lo imposible, de las reconciliaciones y la lotería que siempre toca a los demás. Año tras año nos dejamos arrastrar por una fuerza mayor que cambia nuestras costumbres y nos acerca  todavía más a la hipocresía y la alegría forzada. Creo que la navidad ya no me dice nada, ser mayor es una mierda, se van perdiendo muchas cosas por el camino y no somos capaces de recuperarlas. Cada año nuevos propósitos, un volver a empezar con mejor espíritu, más positivos y al final más de lo mismo. Hagamos que pasen cosas todo el tiempo, todo el año, ¡adelante! puedes conseguir ser extraordinario porque del montón ya hay demasiada gente. Hagamos lo imposible porque en lo posible ya dedicamos demasiado esfuerzo inútil. Vamos a dejar que el espacio y el tiempo nos guíen caprichosos y vamos a respirar profundamente para seguir caminando con los de siempre, con los importantes. Pero acordaros de no cerrar los ojos ante el miedo, hay que mirarlo de frente para combatirlo. La navidad es correosa, la realidad es permanente y en ella estoy viajando, a veces tengo frío y estoy triste y a penas puedo pelear; a veces sale el sol y me eriza la piel... entonces camino más rebelde, más despierta.