sábado, 18 de diciembre de 2021

¿Masturbarse está mal? y ¿filosofar?

 

Mis chicos de 1º bachillerato Sociales
¿A veces, no queda más remedio que mentir? ¿Robar algo de poco valor, está justificado? ¿Delatarías a tu mejor amigo, si hubiese infringido la ley? ¿Prevalecen las intenciones o las consecuencias? ¿Las personas gordas ligan menos? y ¿Masturbarse está mal?
La mayoría de los chicos, de 1º de bachillerato, que han llegado a mi este año nunca han dado ética ni filosofía. Eso significa, para los profanos, que nunca han debatido detenidamente, sobre cuestiones ni trascendentales, ni triviales. Nunca han dedicado un tiempo extra a analizar por qué piensan como piensan y qué valores o referentes conducen sus actos. Toman decisiones importantes, critican a los demás, se quejan, se pelean, desobedecen a sus padres, sufren por amor y desamor, mienten, beben alcohol, encubren a sus colegas, miran para otro lado, tiran papeles al suelo, usan el móvil para grabar lo que no deben y faltan a clase cuando hay exámenes o cuando no les apetece. Necesitan analizar y comprender por qué. 
En pleno debate 1ºCiencias
Por ejemplo, el pasado viernes, en uno de esos debates, una alumna tras aferrarse a defender una cuestión ética y moralmente indefendible, cambió de opinión. En ese instante, el valor de lo que hago con ellos se multiplicó y me dije: ¡Es cojonudo, Carmen! ¡Viva la filosofía, el pensamiento crítico y la madre que los parió! 
En la siguiente clase, él entró de nuevo cabizbajo, con cierta tristeza en su mirada y en su lenguaje corporal, no había hecho su trabajo sobre los valores que deben predominar en una sociedad y no me importó. Sabía que le pasaba algo, me senté a su lado y planteé un dilema moral al grupo. Llegó la magia y las preguntas y la curiosidad por participar del dilema le fue despertando y miró mis ojos y acabamos riendo y resolviendo de forma adecuada el conocido dilema del señor Heinz y cómo una clase entera no debe pagar el cristal que alguien rompió. De nuevo me dije: ¡Bienvenidos sean los dilemas morales que reactivan a los chicos!
Al final de la jornada, al recoger todas mis cosas y salir del instituto estaba segura de que la masturbación es algo natural, que todo el mundo hace, que los padres saben que sus hijos practican y que sirve para conocerse mejor. Supe que la filosofía, también: ¡Cojonudo Sócrates!






domingo, 5 de diciembre de 2021

Navidades con mi madre

No comparto la navidad, nunca tuvo para mi más sentido que el de ver llegar las vacaciones o los regalos extras. 
Este año es difícil para mi ver como llega, la espero escondida en mi tristeza y en mi misma, como una cobarde.
He descubierto que parte del espíritu navideño que he aprendido ha sido con ella: mi madre. A través de ella, cada navidad había un sitio en nuestra mesa para los que ya no estaban. 
Mi madre, recordaba villancicos viejos, conversaciones viejas, recordaba brindis, personas, historias. Era capaz de recordar el tiempo que hizo y lo que comimos cualquier navidad pasada. Repasaba los menús con la satisfacción sincera de haberlos disfrutado. 
Lo que más me gustaba, mamá, eran las notas que escribías en nuestros regalos de reyes. Escribía mal, quiso ser maestra y la vida y la educación de entonces no se lo permitió, por ser mujer. Dejaba notas en nuestros regalos, con esa letra redondeada y llena de faltas que siempre me parecieron deliciosas. Y así año tras año nuestros regalos los firmaba Baltasar, Melchor o Gaspar y en sus mensajes nos decía que el regalo estaba en camino o que los camellos se habían atascado. También nos decía que habíamos sido muy buenas y para que estuviésemos calentitas nos envolvía dentro un pijama. Y no faltaban nunca los paquetitos con  bragas y calcetines. Sea lo que sea que escondieran sus regalos, siempre acertaba.
La navidad para mi son nuestros zapatos bajo el árbol, mi madre contando como entraban los reyes magos por los balcones cuando vivíamos en Valencia, golpear el almirez o la botella de anís, comer cosas muy ricas e inolvidables, el champán que no me gusta y abrir cada regalo con la expectación de ser el mejor del mundo. 
La navidad a su lado dejó en mi un aprendizaje y construí también mi propia navidad: escribo mensajes en los regalos, ponemos los zapatos bajo el árbol y regalo bragas, calcetines y pijamas calentitos. Gracias mamá.
 

martes, 16 de noviembre de 2021

Aquello que nos ocurrió

 

Heidegger y Hanna Arendt

"Aquello que nos ocurrió". Con estas cuatro palabras se refiere Heidegger a la historia de amor con Hannah Arendt, quien entonces era su alumna y después fue un gran referente en la filosofía.

Y entonces han bombardeado a mi memoria esas historias intensas e incompletas que el tiempo a veces nos robó. También han aparecido las que han dejado huella, las que existen en este momento, las clandestinas, las erróneas, las radiantes y enamoradas. Están ahora en mi cabeza, mientras escribo, todas mis historias.

Y en un proceso que se me antoja interminable, van apareciendo todos aquellos que me han enamorado. Reivindico la necesidad de los amores de verano. Son los que han dado una chispa especial a mi vida: cortos, intensos y sin expectativas. Un hasta un próximo verano que quizá nunca llegó. 

Reivindico la importancia de enamorarse y desenamorarse en la juventud: divertido y con una alta dosis de crisis existencial que te fortalece para el resto de las relaciones. Cuántas veces dije que era el amor de mi vida...

Reivindico el sexo esporádico, la locura interminable de probar diferentes amantes, jugar con tu mismo sexo, descubrir lo que oculta tu subconsciente cuando dejas de pensar en lo correcto. Reivindico el placer de enamorarte con mariposas en el estómago, con apretones de mano a destiempo, besos a escondidas, masturbaciones en bancos, disimulados por la semioscuridad, en cualquier parque.

Os invito a recordar, pero solo lo que dura un instante.

Yo quizá había olvidado todo aquello que me ocurrió, tantos besos, tantos amantes, tanto sexo.... Hoy aquí lo he recordado, pero solo un instante.



martes, 9 de noviembre de 2021

Mamá

Eva ha subido esta foto a instagram, mamá. Estoy segura de que no habrías tardado mucho en sentir curiosidad por esa red social y unirla con tu uso del facebook.

Anoche ya me acosté jodida porque tu recuerdo inundó sin piedad mi corazón y mi alma. Al ver la foto hace un instante, he arrancado a llorar. Me he sentado frente al ordenador para en este quinto mes de tu muerte acercarte mis palabras una vez más. 

Me he comprado por fin la casa, mamá. Es tan grande como imaginamos tu y yo, tan grande como hemos imaginado todos. Tiene un patio en el que habríamos tomado el sol, el café, los pasteles troceados, la paella y los secretos en voz baja sobre esta vida, que todavía sigue siendo puta, porque no estás.

Y sigo adelante, reconozco que a veces sin fuerza porque me falta el aire. Echo de menos instantes que nunca pensé que hubiesen anidado en mi memoria: gestos, palabras, sonidos, ruidos. Qué tonta soy, mamá, todavía hago el intento de coger el teléfono y llamarte.

Aprietas la mano de mi hija en la foto, con la fuerza que apretaste la vida: sin queja. Sin esa queja eterna a la que el resto estamos atados. Gracias.

miércoles, 20 de octubre de 2021

Cadenas y Cabreos


    Después de la sesión de hoy con mis alumnos de 2º de bachillerato, no sabría decir si hay en ellos más cadenas o más cabreos.

Al hilo de Platón, un año más, nos adentramos en las profundidades de las cavernas. Y precisamente de cavernas, cadenas y sombras iba la reflexión que les he mandado hacer a mis chicos y que han compartido en voz alta en nuestro espacio dedicado al arte de filosofar.

Confieso que me he agarrado con fuerza a mi silla y he abierto todos los sentidos para no perder detalle de todo lo que han conseguido extraer a su mundo. Platón habría estado satisfecho al comprobar que los prisioneros, adecuadamente educados son capaces de identificar las cadenas que les atan y las sombras que les acompañan en la adolescencia. Mis chicos han abierto en sus cabezas, el hueco que la razón se merece y han encontrado medios de comunicación encaminados a dirigir y decidir sus vidas, redes sociales que les hacen creer en una única verdad digna de adoración, padres y demás tutores que regulan sus miedos, conformismo, los Otros que opinan y presionan, sistema educativo que mata la curiosidad, más miedos que les poseen sin escrúpulos y que no comprenden, autoexigencia, pereza y al final se miran y son ellos mismos con ganas de salir y sin ganas de ser libres a la vez. Platón tenía razón, la caverna es calentita y allí no hay que esforzarse. Yo añadiría, que además para salir, hace falta ser valiente.

lunes, 11 de octubre de 2021

Misa para muertos.


Platón decía que sólo el filósofo debe gobernar, porque es el más rico en sabiduría y virtud y no anhela otras riquezas.

Hoy en el cuarto mes de la muerte y ausencia obligada de mi madre, he ido a misa por ella. El sermón hablaba de como Jesucristo le dijo a un hombre rico que abandonase sus riquezas, confiara en él y le siguiera. Yo acto seguido he pensado que seguro que no era filósofo. Un filósofo nunca habría necesitado que le recordasen que las riquezas no valen nada. El filósofo sabe que moriremos pobres, igual que nacimos.

Después me he descubierto dejándome llevar por el arrullo de las voces de los que rezaban en voz alta. Repetían lo mismo y en mi cabeza, que estaba en blanco y en mi mirada, que estaba perdida, no significaba nada. Caían mis lágrimas, estas misas mensuales de difuntos tienen que morir en algún momento o moriré con ellas.

Las velas parpadeando, las imágenes inmóviles colgadas de las paredes a la espera de la resurrección, el olor a cera, a hostia consagrada, a vino dulce. Parpadeo y escucho el nombre de mi madre. Después, varios nombres invocando a más muertos, más ausencias, más silencios en tantas casas donde sus medias naranjas o sus hijos lloran por el eterno descanso. En el responso, piden la resurrección de su alma y la vida eterna y de nuevo aparece Platón y su alma inmortal, no sé si ascendiendo al mundo inteligible o descendiendo a las puertas del infierno.

Mi madre siempre me decía que le resultaba muy triste pensar que cuando la gente muere es como si nunca hubieran existido, porque ya no los veremos más. En medio de aquella iglesia que tanto significa para mi, aunque no sea religiosa, comprendí esas palabras de mi madre.

No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

 

miércoles, 6 de octubre de 2021

Filosofía Aplicada Experiencial

No soy escritora de reseñas, pero puedo decir que, a modo socrático, soy filósofa hasta la muerte. Esto último es lo que me da la licencia necesaria para atreverme con un libro como este.

Le dije a José Barrientos que a medida que lo voy machacando en las variadas lecturas y relecturas que hago de él, más útil lo encuentro.

Para aquellos que busquen que la filosofía actúe como terapia, no les aconsejo su lectura. Para aquellos que gusten de añadir un análisis profundo y lleno de herramientas y obstáculos en su caminar por la vida, es muy recomendable. En cualquier caso, acercarse a la filosofía aplicada experiencial, siempre es un buen plan.

El filósofo en este libro, recupera el papel para el que nació: provocador incansable y humilde que nunca se cree en posesión de la verdad absoluta, porque sabe que no existe.

Nos permite romper la afirmación tan común acerca de la primacía de la filosofía teórica sobre la práctica, ofreciendo no sólo una conciliación, sino mostrando con claridad que la práctica es necesaria, frente al dogmatismo.

En sus líneas he podido comprobar la importancia de buscar que todos los que participen de esta práctica piensen y actúen por si mismos. Que entre las palabras y los hechos no haya una distancia insalvable.

El filósofo aplicado que pasea por sus líneas tiene que cuidar el camino, el discurso, la autonomía del que habla y del que escucha, la argumentación.... hasta que la cuerda aguante, bajándose de su pedestal.

José Barrientos, con esmerado cuidado nos va conquistando con la práctica de la filosofía. Recorre las diferentes formas y estrategias que puede haber para llevar a cabo los talleres de filosofía, haciéndose eco de ese valor que daban los estoicos al entrenamiento, sin descanso.

El libro habla del gobierno de las pasiones y el pensamiento crítico, sin perder el contacto con la realidad. No podría ser de otra forma, si hablamos de estoicos. El libro nos recuerda que la filosofía es para todos, aunque siempre lo fue. Que caben todos: mujeres, ancianos, niños, presos, angustiados y alegres, excluidos e incluidos también.

Me han cautivado varias cosas: el descubrimiento de que, aunque se de sobra que la vida puede ser un problema o incluso un cúmulo de sufrimientos, puedo convertir el padecimiento en recurso, cuando este está bien analizado y gestionado. Que no es necesario huir, sino que como buen caminante tengo que disfrutar de los pasos del camino y no solo ocuparme de hacer fotos para enseñárselos a los demás. Que no puedo hacer lo que me de la gana, sino lo que tengo que hacer, porque más allá de las pasiones que me puedan bloquear, está el compromiso con una existencia auténtica.

Creo que este libro es como un retiro con uno mismo, para conocerse y después de alguna forma servir a los demás. Ha sido la guía de mi propio entrenamiento, por eso lo he subrayado y leído tantas veces y por eso lo volveré a leer. Ahora todo lo que he aprendido de sus páginas y de su autor, lo estoy vertiendo sobre los que asisten a mis propios talleres de filosofía. Por ello, no puedo estar más agradecida.


sábado, 25 de septiembre de 2021

Gracias mamá.


 Hoy desayuné con mi madre. Bajó conmigo a la calle, a la cafetería de casi siempre: un manchado muy caliente y alguna tostada rica, lo que tu pidas para ti, hija.

Sesión de peluquería y un no me dices si estoy guapa. Mañana de tiendas y opiniones sobre la vida, que como te has muerto, sigue siendo muy puta todavía. 

Pruébate un vestido bonito, hija, yo te lo regalo, que siempre vas con pantalones, con lo guapa que eres y que poco te arreglas. En eso no te pareces a tu madre, que me gusta ir siempre bien arreglada.

Segundo café en el corte inglés con unas caprichosas tortitas, con nata y sirope, para compartir. Siempre empezaba alguna historia del pasado, de su gente, de su nostalgia, de sus recuerdos aún vivos que le permitían no desconectar. Con un te has dado cuenta, Carmen, todos los años que llevamos viniendo a esta cafetería y que poco ha cambiado, me dice lo mucho que le gusta que nos sentemos ahí después de las compras, para descansar y mirar a la gente. No pagues, siempre te adelantas y ya me toca a mi, que tú, hija, tienes muchos gastos y yo ya estoy jubilada. 

Y lo mejor es cuando nos encontrábamos a alguien de su edad y la veía muy vieja, mientras ella solo estaba un poquito usada.

Ayer me emocioné en clase, mamá, porque les hablé de ti a mis alumnos y de esa generosidad que he aprendido y que siempre me acompaña. Gracias por no irte del todo.

viernes, 10 de septiembre de 2021

Tres meses de ausencias

Cada tarde me he sentado frente a la tumba de mi madre y hemos hecho corrillo, ella, mi soledad y mi tristeza. Leo su nombre una y otra vez, quizá buscando que no sea ella la que está dentro. No quiero que la palabra madre desaparezca y por eso voy y la llamo bajito cuando estoy cerca.

He descubierto que en los cementerios, irónicamente, hay demasiado ruido. Las almas inmortales, aquellas que tanto ensalzaran filósofos como Pitágoras, Platón o Aristóteles, merodean incansables contando sus historias a todo aquel que pasa cerca y se para a escucharlas. Cada lápida guarda secretos que nunca se dijeron en voz alta. Cada lápida está revestida de palabras que desnudan al muerto ante cualquier desconocido, en la de mi madre hemos dejado al descubierto que era una mujer hermosa y valiente, por si había dudas. Cada lápida encierra una muerte fugaz, prolongada, terrible o envidiable, pero siempre dolorosa. Todos los muertos han sido llorados convenientemente por alguien y siempre hay alguien que, al menos en sus esquelas, no les olvida.

El cementerio me habla de mi madre. Me habla de sus cosas, de sus amigos, primos, abuelos, tíos, padres y hermano allí enterrados. El cementerio me habla de llantos contenidos, de los de tragar saliva y suspirar y de llantos imparables, de los de congoja entrecortada, presión en el pecho y mocos torrenciales.

Hoy a tres meses ya de su ausencia ha vuelto a despertar y a morir conmigo, otra vez. Creo que voy llorando menos y aceptando más, aunque no estoy segura, madre mía.

Y como soy incansable, sigo yendo al cementerio, buscando que quizá un día ella esté fuera esperándome y tomarnos un café con un trozo de tarta compartido.

domingo, 15 de agosto de 2021

Mi amigo Agustín


Nos gusta conversar. El es un torbellino al que me gusta observar. Se comunica conmigo de manera entrecortada, salta de un tema a otro sin filtro, me habla de personas que desconozco y las transforma hábilmente en conocidas. Enumera incansable, nombres ante mi y enlaza caóticamente sus historias, en un intento de hacerme comprender cómo es su vida en este pequeño pueblo en el que habita y es feliz.

Yo intento seguirle a toda prisa. Su actitud encierra una inocencia que no alcanzo a medir, mezcla de adolescencia tardía y madurez retardada. De repente se levanta, canturrea o emite sonidos que distorsionan el espacio que ocupamos. Pero nadie nos mira.

Le gusta escuchar mis lecciones de la vida y me exprime cada vez que estamos juntos, insaciable. Yo le hablo de política, de lo importante que sería cambiar el pueblo, de cómo vivo mis tristezas. Le hablo de mi trabajo, de las vacaciones, de lo mal que duermo y de lo pronto que despierto y me pongo con mis cosas. Me burlo de lo mal que combina los colores y no hace un drama, porque es solo ropa. Saluda a todo el mundo y me contagia ese afán innato por descubrir cómo se encuentran los demás. Le cuento que es importante no esperar nada cuando uno da, pero no acaba de verlo claro y me sonríe mientras acongojado me cuenta la última vez que alguien no fue lo suficientemente agradecido con la vida.

Nos gusta estar juntos, pero creo que no nos parecemos en nada. Nos cruzamos a veces en tierra de nadie y es entonces cuando respeto sus oraciones, sus lecturas de la biblia, su cantos religiosos, su catequesis y su falta de respuesta cuando le pregunto por qué tiene fe y calla. No cuestiono su dios y su dios tampoco me cuestiona.

En pocas horas me voy, pero no hay problema, porque siempre se viene conmigo.


jueves, 12 de agosto de 2021

Mi pueblo me huele a amores de verano.

 

Huele a siestas en la laguna tallando corazones en los eucaliptos. Huele a cantos de chicharras que nos adormecen. Me huele a la familia que espera, a mis primos y a mis tíos. Corrillos en las puertas, tardes de ganchillo y críticas destructivas. Relojes de pared tras las ventanas, calles oscuras y viento fresco.

Mi pueblo huele a ruido, a viejas cotillas, a bisagras de puertas, también viejas, que tras un Ave María Purísima responden Sin pecado concebida. Huele a los que faltan, porque murieron, y se mezclan con los que vuelven y los que siempre están.

El pueblo al que siempre vuelvo, huele a calles de tierra que se regaban al atardecer y que de tanto regarlas se volvieron cemento. Huele a correr por las calles, a gatos, a romper bombillas y sudar. Huele a besos en algún soportal y a sexo escondido tras esas paredes que siempre escuchaban y veían.

Las casas de mi pueblo huelen a cal y bienvenidas. Huele a campanadas para misa de doce, a traje de domingo y monedas en el cesto de la iglesia. A verbena de las que hacen retumbar los cristales, en la plaza y a procesiones. Huele a noche de discoteca, paseo por la carretera bajo las estrellas y sexo en el silo del trigo. Huele a bailar muy pegados las canciones lentas, a promesas y a peticiones, a discos rayados que de tanto bailar dejaron de ser vinilos.

El pueblo en el que a veces habito, huele a mis amigos, a los de siempre y a los de ahora. Huele a momentos perdidos y a los olvidados, a rencores sin resolver, a suposiciones y malos entendidos. Huele a novena de madrugada camino de la ermita, a coros celestiales y a historias inconclusas. A bodas, bautizos, comuniones, sepelios y siempre a eternidad. Huele a cementerio al atardecer y a charlas silenciosas. 

Huele a mi primer amor y al segundo y a todos los que vinieron. Huele a puertas siempre abiertas para los que van de paso, a comercios eclécticos y a noches en vela y churros de madrugada.

Ahora además huele a la ausencia de mi madre y a todas las cosas pendientes que me encargó que hiciera y tendré que cumplir y seguir volviendo a mi pueblo.

Entra el calor, de esta terrible noche de verano, por la ventana. Y mientras mis manos escriben, huele a sudor y me atrapan todos los aromas, sin remedio.

martes, 10 de agosto de 2021

Ya van dos meses y un día lidiando con tu ausencia madre mía. 

En estos días recorro tu casa, utilizo todas las cosas que pasaron por tus manos. Me acerco casi de puntillas hasta tu armario y hundo mi nariz en tus vestidos, porque aún el olor a ti no se ha atrevido a abandonarlos. Abro las ventanas, ventilo la casa, doblo ropas y recojo utensilios a tu manera, para no cambiar nada de lugar ni de forma y no permitir que te alejes.

La gente va y viene y pregunta por nuestro dolor y nos acompaña en un sentimiento que es incapaz de sentirse acompañado, todavía. Ya ves, madre, como si el dolor fuera importante.

Estoy cuidando tu jardín y te he llevado flores al cementerio para no escuchar como me riñes si no lo hago. Misa cada mes, como manda la tradición y velas encendidas para que no sientas esa oscuridad que tanto te asustaba los últimos meses.

Me siento en tu sillón y coloco esos pañitos que tanto me molestan por ti. Te he traído un dedal de mis vacaciones para seguir aumentando tu colección. Y el baño huele a tus cremas, a tu laca insoportable. Me he bebido tu cerveza compartida y me he quedado con tus sueños que prometo que irán creciendo en mis palabras. He visitado a tu virgen para pedirla que te agarre de la mano, que te lo debe y no te suelte.

Y te quiero, porque solo se quererte, desde siempre.

jueves, 15 de julio de 2021

Meditando con Marco Aurelio

Esto es todo lo que soy: un poco de carne, un breve hálito vital y el guía interior... (Marco Aurelio)

En verdad, es todo lo que soy. Y aunque crea que soy mucho más, pierdo el tiempo cuidando del envoltorio mortal. Si me despojo de mi trabajo, de mis caprichos, de mi coraza. Si dejo atrás mis intereses, mi ego; solo quedo yo: un cuerpo que morirá como todos. Creo que no añoro la inmortalidad. ¿Para qué aferrarme a mis tesoros si desaparecerán conmigo?

Quítate la fama, las posesiones, los halagos, incluso el cuerpo. Deja sólo el alma al descubierto.

Lo importante es la grandeza del alma, lo demás lo arrastra el tiempo.

jueves, 8 de julio de 2021



Hoy, hace treinta días que murió Elisa, mi  madre y el amor que siento por ella me obliga a hacer un homenaje a su recuerdo imparable.

La recuerdo dormida, tal y como me despedí de ella en la cama del hospital tras su muerte. La recuerdo a mi lado, siempre estaba a mi lado. La recuerdo incansable en su quehacer y en su existencia. Mi apoyo y mi aliento en cualquiera de los momentos en los que me ha golpeado la vida y en los que me ha sonreído también. Siempre fue mi compañera, la mujer incondicional que paseaba a mi lado, a veces sin preguntar. No puedo recordar cuántos cafés tomamos juntas, cuántas mañanas de escapada por cualquier lugar para tomar café y hablar de lo puta y lo hermosa que es la vida. Ahora que estás muerta, madre, solo me parece puta.

Recuerdos, ella siempre traía a nuestra mente recuerdos. Creo que el pasado nunca supo abandonarla y yo aprendí a alimentarme de sus historias. Todas las personas que pasaron por su vida se han quedado ya guardadas en la mía y creo que no podré evitar que vayan saliendo de mis manos, como hoy, entre estas teclas, sale ella.

Murió al amanecer, quizá por eso hoy desperté sintiendo que estaba a mi lado. 

Murió y yo sigo existiendo y mi aliento y el latido de mi corazón, hoy brindan por ella y su recuerdo.





















jueves, 10 de junio de 2021

Madrecita


Sin duda alguna, el peor dolor es el del Alma. Mi madre ha muerto y me he despertado de madrugada creyendo que al asomarme a la habitación la escucharía respirar de nuevo. No estaba. Mi madre ha muerto y no me sale explicar lo que duele la punzada que aprieta mi corazón, mi espalda, mi vientre, mi alma.
Mi madre ha muerto y su precipitada ausencia me priva de respirar con cordura y también me voy muriendo.
Hoy, solo escribo para Elisa, mi hermosa y valiente madre. Va por ella, mi lectora favorita, la incansable, la crítica más amable y agradecida. Espero que haya wifi para tu tabla y puedas leerlo.
Y ahora, solo se llorar, madre mía. Prometo volver a sonreír de nuevo. 
La tierra te será leve madrecita, porque el cielo, si existe, habrá puesto alfombra roja y hermosas flores a tu paso, para que entres.
líbranos señor de todo mal , ahora y en la hora de nuestra muerte.....

martes, 1 de junio de 2021

Paseo en autobús

Epistocracia, libertad, democracia, vigilancia, disciplina... en estos conceptos, que de repente se me aparecen como desconocidos, ando jodida rebuscando. 
Esta tarde he cogido el autobús y la jaula de grillos que llevo en mi cabeza se ha venido conmigo. He mirado por la ventana en los tres cuartos de hora que ha durado el trayecto y no he sentido nada. Me pesaban las piernas. Gente diferente subía y bajaba, esperaban, protestaban y preguntaban. Niños gritones, chupetes en el suelo rechupeteados sin escrúpulos y sin miedos. Pitidos de puertas y billetes, baches, obras, semáforos a destiempo como la vida. Barrios de periferia inmutables y de eternos azulejos desconchados e inmortales. Señores en los bancos con los sentidos alerta por si de repente pueden sentir el paso de algo. 
Parece que nadie está esperando que pase nada, tampoco yo. Bajan en su parada y miran atrás para escuchar el murmullo de los que todavía permanecen, como yo, tras la ventana del autobús. 
Piloto automático puesto desde que salí de casa. El bonobús me va a permitir llegar a mi destino. Me siguen pesando las piernas y la vida. El aire es denso y me sorprendo respirando un hedor a agua sucia y a sudor que no me molesta. Una señora mayor se sienta delante y suspira, probablemente le pesen las piernas también.
Al fondo siempre hay chavales sentados con sus cascos y música, despejados y despegados del mundo que transcurre tras las ventanas.
Un conductor en piloto automático también, porque, para qué pensar. Gira el volante, mete las marchas, abre las puertas y brinda la prometedora experiencia de viajar. Siempre que viajas, aunque sea un trayecto corto, pasan cosas. 
Las 19,35 horas y me bajo con desgana, me gustaría saber si volveré a ver a esas personas otra vez y qué será de sus vidas cuando bajen del autobús. Me gustaría saber si les importa qué será de la mía. 

 

lunes, 10 de mayo de 2021

David Saavedra

Yo amante de los tatuajes, miré la foto de su espalda: Rudolf Hess, un águila, alambre de espino... La amplié en mi ordenador y me dije ¡qué puta pasada, cómo tiene que tener alguien la cabeza para hacer algo así!
El pasado domingo en el programa de Évole, conocí a David Saavedra. David es un exnazi que ha decidido contar su historia con la intención y la necesidad de llegar a todos aquellos chicos que puedan sentirse perdidos y refugiarse en grupos de ultraderecha.
Inteligente, con un uso correcto del lenguaje. Gestos cautivadores, amable, con un discurso interesante y, sin embargo, casi frío. Supongo que cuando se ejerce el odio, por ignorancia, durante 20 años, duele y uno ya no sabe sonreir.
He leído el libro en cuatro ratos y era como ciencia ficción. Supe que es verdad y que es posible borrar la Realidad absolutamente y construirse una caverna llena de bárbaros, esvásticas, panfletos, banderas, populismos, ovnis nazis, interpretaciones, gurús del pasado y el futuro, planes irreales. Supe a través de las palabras de David, que es posible escuchar solo los ruidos de tu cabeza y de los que se han rapado y tatuado con tu misma ideología.
Gracias David. Creo que una vez más, tiene sentido esa letanía que ya tengo gastada de tanto decirsela a mis alumnos: esto es un entrenamientoes importante entrenarse para tener un pensamiento crítico.


domingo, 4 de abril de 2021

Abonando raíces

Hay veces que es necesario volver a los orígenes para coger impulso. Hay veces que hay que recordar dónde dejamos las raíces que nos amarraban a la tierra que nos hizo crecer, esas raíces elásticas que una ha aprendido a llevarse a dónde quiera que va. Si me preguntan, soy cosmopolita. Si insisten en preguntar, digo que soy de Ibahernando. En este instante sentada en el patio de la casa de siempre. Es curioso porque todo parece oler igual y ya no es igual. De pequeña el olor a vacas, a gallinas y a leche caliente recién ordeñada. El olor a matanza, a lumbre, a café de puchero y garbanzos a fuego lento.
No he dejado de venir nunca, hoy sigo aquí. Ha sido un día de hacer torrijas con huevos de campo, llevar a mi madre a misa de doce por ser domingo de ramos, recordar a Robert, amigo que se fue, cerveza en el bar de Carlos y Tere, charlas variadas, hay que ponerse al día. Paseo hasta la laguna, a la que han arrebatado los árboles que han custodiado fielmente y durante años los corazones , llenos de nombres, que había grabados. Sonaban las ranas y no había nadie más, solo yo y mis raíces degranando recuerdos. Escapada hasta el prao, el sol cayendo y mientras me acercaba me veía al lado de mi abuelo, guiando vacas y aprendiendo esas canciones que solo saben los abuelos. Hay veces que una vuelve y se va, para volver otra vez al mismo punto y no encontrar a nadie, solo a si misma. Y siempre, siempre, coger impulso.

sábado, 6 de marzo de 2021

"Muerte entre las flores"


El azar quiso que saliésemos caprichosamente de cualquier vagina, de las muchas extendidas por el mundo. Extraordinario azar que nos ha traído a la vida, aún sin desearlo. El mismo azar que nos llevará a la muerte.

Sé con seguridad que voy a envejecer y será en un largo otoño. Sentada debajo de un cerezo, fresco, como el tatuaje en mi brazo derecho. El amor de mi vida a mi lado, acariciándome la mano, media sonrisa medio borrada de tanto sonreír. Casi sin recuerdos, porque al fin y al cabo, para qué recordar. Alabando cada ocurrencia con ruidosas carcajadas, porque cuando envejezca reiré con fuerza para escucharme. Distorsionando en  mis oídos el aleteo de insectos, el viento despegando hojas del cerezo, deshojando flores de mi brazo y de mi alma.

Sé que amaré el color del cielo, pasearé cada noche con Minerva a mis espaldas, fingiré que aún puedo ver las estrellas y la luna me acompaña.

Estarán algunos de mis libros, especialmente aquellos que siempre estuvieron cerca para consolarme o enseñarme. Sobre todo apilaré en la mesilla aquellos que siempre me pellizcaron, para recordarme la importancia de dejar de leer y vivir.

Mis manos en reposo sobre el regazo, apaciguarán mi cuerpo y mi mente. Bajo el cerezo entornaré la mirada y me dejaré vaciar, para entonces espero no estar ya llena de nada. Respiraré tranquila, escuchando, a veces si a veces no, mi corazón.

Y con seguridad, en alguno de esos instantes, moriré.

sábado, 9 de enero de 2021

La vida te da un aviso

No sé muy bien qué significa, cuando escucho a un médico decir a alguien que la vida le ha dado un aviso. ¿Un aviso por qué o con qué finalidad? ¿La vida avisa de que estás vivo?¿Acaso, la vida a modo de agenda existencial nos va recordando cosas?

¿La vida es algo particular que habla con cada ser humano y dicta su destino? ¿Viene la vida y nos habla para recordarnos que nuestra obligación es estar vivos? ¿Y si enfermamos, tenemos que rendir cuentas porque hemos fallado?

¿La vida es algo universal y todo es vida? Y si es así ¿por qué tendría la necesidad de avisarnos? 

A esa afirmación casi trágica del aviso, le sigue la coletilla, no menos trágica, de la vida es así.

Y ahora ya sí que una se descoloca, porque no alcanzo a saber si la vida podría ser de otra manera, que no sea la de ser vida, la vida.

Supongo que es pura retórica o expresión hecha, que tampoco pretende sembrar en mí el desconcierto. La vida es así y como es así, así deben de suceder las cosas, tal y como suceden, sin más, porque no tenemos la oportunidad de cambiarlas. Solo son.
Y entonces, la cosa cómo queda: ¿La vida te da el aviso de que es así? o ¿la vida es así y solo te avisa?😰