sábado, 6 de enero de 2018

Adiós

No somos necesarios y por eso nos vamos muriendo poco a poco, hasta que nos despedimos del todo. A lo largo del proceso de la vida y de la muerte y a través de rituales,  mientras desenredamos la madeja, nos vamos apeando en los momentos intensos para sentirlos un poco más, para que no se nos escapen. 
He encontrado en esta foto un momento de la historia de esos seres maravillosos que nos acompañan y me he puesto a imaginar. Una tarde de domingo en un pueblo pequeño y sonriente, quizá recién empezado el amor, miradas furtivas e intensas, deseos que se esconden por encima y por debajo de la mesa. El mejor traje para estar a la altura, el vestido más alegre para que haga juego con la felicidad de estos encuentros en tardes de domingo. He leído en esta foto que el tiempo es fugaz, que cuando hay amor puedo vivir y morir a tu lado, que me gustan todos tus defectos y virtudes y que nunca te podrás ir. He intuido que cuando somos dos, somos amantes y amigos todas las tardes de la vida. He aprendido que nunca nos vamos del todo, porque quedarse es más hermoso, más cálido. Quedarse es ir contra el tiempo, por lo tanto me quedo y tú te quedas conmigo.