viernes, 25 de diciembre de 2020

Carmen

Cuando digo mi nombre, estoy diciendo nada. De hecho, si lo repito con insistencia, lo que yo soy en mi nombre, acaba desapareciendo y apenas queda una imagen distorsionada de lo que yo soy. Detrás de mi nombre hay nadie, en mi nombre, nada.

Pueden parecer extrañas mis palabras, acostumbrados como estamos a identificarnos con nuestro nombre. A la pregunta quién eres, siempre respondemos nuestro nombre. Pero mi nombre es solo la puerta de entrada a mi misma. Descubro además, que yo misma soy el huésped de mi nombre. Caminamos por el espacio sonoro que describe nuestro nombre, repitiendo nuestro nombre, resonando creemos que eso nos dota de una existencia más real . Si no suena un nombre en mi boca cuando me presento, si no sabes como me llamo, si no digo mi nombre cuando aparezco por primera vez y si lo olvidas por falta de atención, sencillamente no estoy (o no soy). Carmen, sólo es el primer acceso para entrar en el ser humano que se presenta ante ti cuando apareces. Si nadie llama a la puerta, Carmen no está.

Desapareceré y mi nombre morirá conmigo. Una lápida grabada solo será el empeño de los otros en hacerme irremplazable, cuando ya no soy.

No soy mi nombre. Y si suprimo mi nombre, quizá puedo llegar a saber quién soy. 

martes, 22 de diciembre de 2020

La cicuta de los justos

 Y Sócrates bebió la cicuta sin huir y en ese instante supo que la cicuta sabe a libertad.

Me he levantado temprano, deseando echar un pulso a la vida esta mañana. Débil, la noche siempre se me antoja como un montón de debilidad. Cierro y abro los ojos en una semioscuridad que me intranquiliza. No sucede nada cuando duermo. No sucede nada cuando despierto.

Está amaneciendo, la tendinitis ya ha puesto límites a mis alas, escribo entre cada punzada incrustada, en este cuerpo herido, que me perseguirá hasta la muerte. 

Lleno la copa hasta arriba y brindo, con Sócrates, por la justicia y la libertad. Y saboreo la cicuta como el maestro, esperando en algún instante de mi vida saberme justa y libre de verdad.  


22 de diciembre en el IES Castillo de Luna

Irene, Diego, Nuria, Sergio y yo misma.

 Creo que a veces la vida está hecha de grandes momentos que pasan desapercibidos, porque parecen demasiado pequeños.
Hoy último día de clase y ya rozando el fin de este año, he vivido uno de esos momentos que ya ha quedado grabado en mi retina, en mi alma y en un podcast que podré escuchar siempre que quiera, pero que quizá no vuelva a escuchar jamás para no gastarlo.
Terminar el trimestre rodeada de alumnos/as extraordinarios, es uno de los deseos que pido al soplar las velas o al comer las uvas o al levantarme cada mañana.
Y una vez más, el genio de la lámpara, me lo ha concedido, sin pedir nada. Y ahí estamos, en una foto que atestigua que ese gran momento ha existido. No se equivoquen, ellos son los imprescindibles.
Diego, Irene, Sergio y Nuria, me han regalado poder contar con ellos un 22 de diciembre a la hora señalada. Me han regalado su frescura ante el acojono que supone ponerse delante de un micro, hacer radio, salir por las ondas, que la gente del pueblo les escuche, equivocarse, toser, falta de vocabulario apropiado, mascarillas, cascos... y cómo sé cuándo tengo que hablar??
Mi inagotable compañero en el aire, Jose María, me ha mirado por encima de su mascarilla, entre los cascos y el micro y sé que me ha preguntado de dónde han salido estos chicos, qué bien lo hacen.
Nuria, Diego, Irene y Sergio sólo son una porción del enorme tesoro que se refugia en nuestras aulas. Les aseguro que son los mismos que cada mañana se sientan en los pupitres con cara de sueño, deseando acurrucarse en sus camas y que desaparezcamos de sus vidas. Son los chicos y chicas que brillan solos si les dejamos espacio para hacerlo. 
Yo sólo me he sentado a su lado para aprender lo que han querido enseñarme, un día más.

https://radioedu.educarex.es/radiocastillodeluna/wp-content/uploads/sites/56/2020/12/debate-politico-2020-carmen-filosofia.mp3


sábado, 12 de diciembre de 2020

Sahara Libre

                                                                                   

Momento de la concentración

En este mundo diverso, cada uno defiende lo suyo, lo importante, y casi nadie lucha por lo de todos.
A las 11,30 de la mañana me he encontrado con una concentración que, bajo muchos gritos diferentes y a veces ininteligibles, pedían la independencia para el Sahara. 
Me he preguntado qué es la libertad. 
Libertad comparada con qué. Me pregunto, si yo soy libre. Me pregunto, si somos libres. ¿Quién tiene la llave de la libertad?. 
Si cambiamos el sistema seremos más libres, o sólo si cambiamos nosotros seremos más libres. 
En esa parte estoica que hay en mí, me he parado en la concentración a escuchar lo que decían, para empaparme de su protesta. He pensado, que si piden libertad es porque son prisioneros de algo: "¡Que viva la lucha del pueblo saharaui!Marruecos: culpable... España: culpable...Sahara: libertad" 
Momentos después, me encontraba conversando de otros temas, ante unas cervezas y escuchando esa acertada sabiduría que despliega mi marido: "cada vez soy más anticomunista, porque según los comunistas, siempre el culpable de lo que nos pasa es otro"
Me pregunto, si hemos dejado de ser libres porque los demás no nos dejan serlo. Quizá simplemente no queremos ser libres, para no tener que vernos en la obligación de aceptar la responsabilidad que conlleva serlo.
Después me he preguntado para qué luchar y contra quién si, irónicamente, somos ciudadanos de un mundo que el hombre decidió dividir. 
Saquen sus propias conclusiones. 

martes, 8 de diciembre de 2020

¿Por qué tengo que vivir?

Laura, Elena, Eva, Nuria, Manolo y Nico

 Cada año, recibo con los brazos abiertos y la mente en modo tabula rasa, a los jóvenes filósofos que eligen como optativa la filosofía de 4º de la ESO. Y como vamos siendo una especie en vías de extinción, gusto mimarlos y sobretodo gusto llamarlos mis filósofos. 
Hechas las presentaciones, querrán ustedes saber de qué misteriosos temas hablamos, con qué maravillas les hago levitar de sus asientos, qué poderes mágicos empleo para que año tras año un estupendo grupo de adolescentes se acerquen con cierta curiosidad a mis clases de filosofía y lo que es más inquietante aún: decidan quedarse nueve meses de sus vidas acompañándome.
Como dosis inicial y que encierra una gran incógnita y motivación, les regalo una libreta en blanco y les pido que vayan construyendo a lo largo de nuestros encuentros su propio libro y su propia filosofía. 
Han llegado con demasiada carga, demasiados prejuicios sin analizar, demasiadas palabras aprendidas y no saboreadas, demasiadas teorías, curiosidades, mala distribución de sus conocimientos, de sus horarios, de su ocio, de sus vidas. Maltrechos se asoman a mi vida de puntillas y me gusta ir dándoles pequeños pescozones para que despierten del letargo y miren a la vida de frente, con los ojos bien abiertos para no perderse nada.
Por delante de ellos paseo acompañada de todo un séquito ilustre: Platón. Epicteto, Sartre, Camus, Schopenhauer, Marco Aurelio, Nietzsche, Cioran... Desmenuzamos la vida que están viviendo con el prisma de sus palabras. 
Y es tan sencillo. Solo hablamos de nuestras cosas, las cercanas, las ausentes, el amor, un corazón roto, la muerte, las drogas, los amigos, la tristeza, la felicidad, el sexo, el egoísmo, la honestidad...
Y hablamos y pasa el tiempo y seguimos hablando. Y escriben mucho y piensan y hablan. Y me acompañan en esta aventura que se nos antoja unos días dramática, otros trágica otros divertida, feliz.... 
Son mis filósofos, amantes de la sabiduría en estado puro.


 

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Niebla en Alburquerque

Alburquerque

 Aproximadamente 40 kilómetros me separan del      lugar al que cada mañana voy a enseñar lo mejor     que se a mis alumnos/as. Alburquerque es el lugar donde se alza un hermoso castillo entre niebla y un espacio que se ha convertido en mi casa.
Desde hace seis años que llegué, no he querido marcharme, no es fácil encontrar el lugar donde una quiere permanecer voluntariamente.
Reconozco que cada mañana cuando empiezo a bajar por el valle me estremece el espectáculo que me puedo encontrar: a veces sol, a veces lluvia, muchas veces la magia de la niebla (como esta mañana), me regala lo que no alcanzo a describir con mis palabras. 
Trabajo aquí, o más bien disfruto aquí de algo que algunos llaman trabajo. Paseo a veces con mis alumnos por algunas calles. Desayuno a veces en la estación, donde Juani y Juli siempre tienen algo que contarme o gritarme o reñirme.. ¿verdad Juli?. Desayuno a veces en la cafetería del instituto con el tema del día, debatiendo con Mariángeles. Cumpleaños en la sala de profesores, con degustación variada. Trajín con el inagotable Jose María Izquierdo, siempre construyendo juntos. Me gusta comer en la Angarilla o en el Asador con mi querida amiga Judit. Hablo con la gente, ya casi pertenezco a este pueblo. Un delicioso te en la plaza, en el Portugués. Cerveza en la ermita o el Bola. Y a veces también he bailado en Tropic, punto de encuentro necesario para sentir el latir de mis chicos fuera del escenario obligado del instituto.
Y me encuentro a antiguos alumnos y a padres, abuelos... que me han visto por la TDA y me saludan aunque yo no los conozca. 
Alburquerque me ha cortejado desde que llegué aquí como un amante en celo. Yo que andaba cansada de tanto turismo rural, he decidido quedarme entre sus brazos. Gracias.


jueves, 12 de noviembre de 2020

Vivir en una caverna

En estos días de restricciones, mascarillas, geles y distancias obligadas, nos acompaña en nuestras clases de filosofía, Platón. Vamos a la búsqueda de la "nueva libertad". 
Perezosos, cobardes, borregos, políticos.... uy... me salió una lista de sinónimos improvisada. Personajes irracionales y carentes de pensamiento crítico, que pretenden robar a nuestros adolescentes la posibilidad de dejar de balar siguiendo al rebaño. 
La ética y la filosofía en nuestro país va y viene cual "puta por rastrojo" (mi respeto hacía las putas y los rastrojos). Ninguno de los sentados en esos escaños, que entre todos los ciudadanos hemos pulido, tiene la menor idea de la importancia de la educación para ser libre. Libre en un pais de esclavos: ¡malditos ignorantes de la libertad!. 
Desde de mi trono, cuyo lema es desobediencia civil, les hago llegar mi sincera invitación para asistir a mis clases de filosofía. Experta en provocación, "toca pelotas por excelencia", mosca cojonera, tábano que honra al grande: al Tábano de Atenas; les empujará a salir de la caverna. 

Les advierto que se encuentran en peligro de extinción, porque en estos días mis alumnos andan jugando a ser políticos, un año más. Les aviso de que tengo la mala costumbre de soltarles las cadenas y dejarles salir a la calle a escuchar el descontento de los ciudadanos, de esos que ustedes ignoran, desde esos escaños que estamos planeando destruir. Eso si, con moralidad y filosofía, que siempre es más elegante.

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Querida Ángela: Si me piden que haga balance de estos casi cinco años que hace que nos conocemos, sólo me vienen a la cabeza grandes momentos a tu lado. Hoy guiada por esa responsabilidad, de la que bien podría presumir, Ángela ha elegido una vez más. Y con su elección, hemos llegado quizá al final de nuestra andadura como profesora y alumna, como filósofa y filósofa, como aprendiz y maestra (no sabría decir quién es quién). Pero como en estos años hemos ido alimentando cuidadosamente nuestra relación, nos queda lo importante ¿verdad, querida amiga?. Llegaste a mi vida sobrada de todo y llena de nada: con una intensidad desordenada, con una lucha sin control, con una desobediencia injustificada. Llegaste como quien viene dispuesta a ganarlo y a aprenderlo todo sin preguntar demasiado, para años después cuestionarlo todo. Y ahora, mírate, eres toda una filósofa a quien ese "destino" que tan buenos ratos nos ha hecho pasar, no le va a arrebatar el placer de filosofar. Gracias por simplemente estar, por existir, por ser real y libre. Gracias por tu espontaneidad, tu esfuerzo y el regalo de escucharte reflexionar en voz alta en medio de tus risas. Ya sabes que no me voy a ninguna parte, no estaré lejos. Ya sé que no te vas a ninguna parte y que no estarás lejos. Te quiero, compañera del alma.

lunes, 12 de octubre de 2020

Cagar y Filosofar

Imagino que los que se acerquen a leer esta nueva entrada creerán que van a tener quizá que imaginarme, sentada en el trono de mi casa, haciendo las deposiciones correspondientes mientras me acompaña alguna lectura trascendental. Ciertamente eso es lo que sucede con bastante frecuencia. Me recuerdo desde siempre acompañada de libros de contenido variado y especialmente filosófico en los diversos espacios de mi casa. Parece que siempre he asociado cagar y filosofar y hoy al ser consciente de ello me he echado a reir. Es un error, porque he aprendido que cuando cagas, cagas y cuando lees, lees. Hacer varias cosas a la vez, conlleva hacer varias cosas de forma incompleta e insatisfactoria. La lectura exige ese tiempo de concentración para permitir a las interminables letras penetrar en tu mente y emocionarte. Las lecturas filosóficas sacan lo mejor y lo peor de mi. Hoy La relectura de La República de Platón me ha trasladado a mis años de universidad, frente a mi profesor de historia de la filosofía, su gran bigote y sus grandes y apasionadas reflexiones. He recordado tardes en la vieja casa donde viví los primeros años de estudiante, con algunos compañeros que ya he olvidado y a los que solo recuerdo porque tengo una orla con sus fotos colgada en mi pared. He accedido a lo profundo de mi memoria y junto a Platón han aparecido grandes discusiones con aromas de cafés y humo de cigarros bailando entre los rayos de sol que entraban por la ventana. Han regresado todos y cuando acabe de recordarlos volverán a marcharse de mi vida. La lectura exige ese reencuentro con una misma, reconozco que no siento ningún miedo cuando así sucede. Y cuando te sientas en el bater, simplemente te sientas. Te concentras en dicha actividad como si de una gran lectura se tratara. Imprescindible un tiempo para todo, imprescindible la soledad para que ese tiempo sea completo y satisfactorio. Y hay instantes en los que la lectura te aparta de tu quehacer en el bater e instantes en los que la tensión de tus glúteos te aleja de esa parte del intelecto incapaz de bajar a lo más sencillo: simplemente, cagar.

domingo, 20 de septiembre de 2020

Criticar versus Pensamiento crítico

¿Pensamiento crítico?. A mi me gusta criticar lo que dicen los políticos en el congreso: menuda panda de corruptos!. No sé de qué hablan, no entiendo de política y no me gusta, pero son unos incompetentes. Me gusta criticar la ropa que lleva mi vecina: parece que siempre vaya de mercadillo, menudo mal gusto, no se mirará en el espejo!...No, yo no entiendo de moda ni de ropa, pero sé que es horrenda. Critico que nos cargamos el medio ambiente y el gobierno no hace nada. Y eso de la capa de ozono y el efecto invernadero. No sé que es pero dicen que se derriten los polos. Critico la religión, manipulan a la gente con chorradas, yo ni sé de que van determinadas religiones, pero siempre han dicho que son manipuladoras. Critico a los de Vox son unos fascistas, ¿no has visto que van con la bandera? Nunca les he escuchado hablar más de cinco minutos, pero me han dicho que son unos racistas. Yo siempre discuto mucho, me gusta opinar de todo y enseguida me pongo a debatir...por supuesto que no me pongo a investigar de nada, pero yo opino aunque no tenga ni idea. Todo el mundo habla por hablar, es divertido. Y defiendo lo que pienso hasta el final, porque casi siempre tengo razón. Pensamiento crítico ¿qué me estás contando? Es más fácil criticar que pensar críticamente. La indignación y las palabras gritadas con enfado y a destiempo, llenas de ignorancia, a veces son aplaudidas por ignorantes también y entonces nos parecen importantes. Sin aprendizaje e investigación no hay pensamiento crítico, hay charlatanería. Y la charlatanería conduce al vacío. Pensar críticamente es difícil, exige un gran esfuerzo y exige asumir el riesgo de que los resultados nos decepcionen. Pero nos permitirá, sin ninguna duda, saber que al final de la montaña está la cima aunque las nubes la estén tapando. Quizá esté el vacio, afirma el ignorante.

viernes, 18 de septiembre de 2020

Cuidar de los otros

Espectadora activa. La vida en los hospitales transita sin descanso por pasillos que parecen más largos que los metros reales que ocupan. Personas de colores vacían cuñas, extraen sangre, reparten calmantes, goteros, comidas, limpian incansables baños y habitaciones. Colocan, a modo de magos expertos, las sábanas limpias levitando al enfermo que cae de nuevo en su cama renovada. Caminan deprisa y supongo que a veces cansados. Escuchan todo tipo de quejas, peticiones, exigencias e historias. La mayoría sonríe, porque no hay nada más reconfortante que hacer, ni más inútil. Observo y todo es efímero. Van pasando los días en un tiempo que se hace rápido y pausado. Amanece, llueve, pasan las nubes por delante y por detrás, cae la larga y agotadora noche que parece no querer dejar volver al amanecer. Todo el mundo habla de cualquier cosa. Pocos guardamos el silencio que corresponde a un lugar de culto al recogimiento y al dolor. Sonoras puertas y paredes, visitas de paso que dejan un rastro de chismes y conclusiones. Teléfonos que pitan, que vibran, que gritan agotadoramente y que nos despiertan con violencia del letargo hospitalario. Cuidan de los otros, sin más. Llevan sus nombres escritos, pero no se presentan, ni se nombran. Pasan sin llamar, hacen su tarea y salen. Cambian los turnos, pero parecen todos iguales. Cuando entran por la puerta ya saben como se llama cada enfermo. Comprendiendo que son anónimos he entendido lo que hacen: cuidar de otros. Porque alguien tiene que hacerlo. Al fondo del pasillo, para más inri, además habita el Covid.

domingo, 30 de agosto de 2020

Un domingo de agosto: hoy


                                                                                                                                                                Último domingo de este mes de agosto y el virus que vino para quedarse sigue desgarrando. Me he levantado creyendo que el final del verano ya está cerca y que tendrán que volver las cosas de siempre. Y no me importa que vuelvan.

Supongo que es necesario recorrer de nuevo cada paso recorrido una y otra vez, aunque nunca sea la misma pisada ni el mismo camino. 

Me he levantado temprano, aunque dios no me ayude, casi siempre lo hago. El  viento fresco que me lava la cara por la mañana reactiva el flujo de mi sangre. Las venas empiezan en ese mismo instante a latir por mi cuerpo y bombean mi corazón y me atrevería a decir que también mi alma.

Y hay algunas cosas: el olor del té y de esa crema de arroz que me acompañan mientras escribo, el ruido de fondo que atraviesa la ventana, algún coche despistado, tengo algunos mensajes en el móvil de amigos eternos y de los que transitan en breves momentos por mi vida y a veces buscan quedarse o marcharse. Suenan pasos silenciosos por la casa, que no son pasos, sino pequeñas carreras al baño para no despertar al sueño intermitente. Mi vecina que habla por teléfono muy temprano, tengo frío en las piernas porque aún no me he vestido y entra el aire a su antojo y me despierta. Hay demasiadas cosas en este salón y reconozco que muchas veces recorro cada objeto con la mirada para recuperar el aliento de lo vivido y saltar hacia adelante. Creo que a veces me caigo en ese salto y retrocedo y caigo hacia atrás. 

La señora mayor tirando migas de pan a los pájaros me despista y me obliga a darme cuenta de su soledad y de la mía. 

Me he comprado unas zapatillas con fresas para estar en casa y me divierte mirar mis pies.

Escribo y respiro. Respiro escribiendo. Feliz domingo de agosto.



viernes, 14 de agosto de 2020

Aprender a morir

     Las campanas que tocan a muerto tienen una vibración y un murmullo metálico que las hace únicas. Las he escuchado a lo largo de mi vida en aquellos pueblos en los que he tenido el placer de vivir o transitar. Tienen un ritmo pausado que sin darte cuenta te susurran que alguien ha muerto y sólo tienes que salir a la puerta y preguntar para saber quién es el elegido por la parca.

    Se inicia entonces un correveidile único y muy organizado por calles y barrios, para llevar a cabo las averiguaciones necesarias: el quién, cómo y dónde, son las preguntas obligadas para el ritual funerario que se inicia en ese momento.

No me gustan los tanatorios, creo que morir en casa es el premio definitivo a cualquier existencia. Vivir en el lugar en el que un día morirás. Morir en un instante y en el lugar donde has vivido siempre. No sé, pero creo que, seguramente, morir sea solo eso, morir. Y vivir sea solo eso, vivir... aunque no alcance del todo a entenderlo.

Cuando repiquen las campanas, creo que sabré si estoy viva o muerta.

Y dicen que esparcirán mis cenizas sobre el mar, mi aliado permanente en mi periplo por la vida. Quizá en la caída sobre el mar, reciba el oxígeno necesario para alimentar mi alma. Mi alma, mi aliento. Cierro los ojos y hay nada.

 Es curioso, apenas estoy aprendiendo a vivir y tengo que aprender también a morir inevitablemente. 



martes, 4 de agosto de 2020

¿Para qué sirve la escuela?

Discrepo de eruditos y charlatanes de la educación y no me estremezco al decirlo.
Tenemos un sistema educativo poco exigente con la calidad del producto que vende y demasiado preocupado por la cantidad de contenidos que es capaz de poner en el mercado.
Tenemos un ejército de docentes que caminan al unísono cuando la administración da la palmada y no se preguntan hacia dónde van. Para quienes en algunas ocasiones la creatividad y la pasión son incompatibles con mejorar su cualificación profesional.
Tenemos estudiantes perezosos que esperan tener éxito como el que espera ser correspondido con un gran premio de la lotería de navidad y resolver así una vida entera. Desconocen la raíz del esfuerzo.
Hoy me he preguntado para qué sirve la escuela y si es necesaria su existencia.
Demasiado teórico de la educación, demasiado innovador y poca investigación real. Y así se acaba siempre haciendo lo mismo, aunque no funcione.
En todo lo que investigo aparecen como en un saco roto la memoria, los conocimientos, la tecnología, la clase magistral... Y ¡hagan sus apuestas!, cuando no sobra nada. Van de la mano la inteligencia y la creatividad, las competencias y los conocimientos. Los gurús innovadores hablan por hablar.
La escuela tiene que servir para todo y para todos, no hay límites a todo el provecho que podemos sacar de ella. No pretendan poner cepos en el único espacio libre de eruditos y charlatanes, que opinan de educación, como si de la verdad absoluta se tratase.
La escuela sirve para aprender, escuchar, escribir, estar, ser, reír, nacer, llorar, imaginar y morir incluso un poco más cada día que nos hacemos conscientes del milagro de su existencia.
Bienaventurados los que no saben de todo e intentan vencer su ignorancia.
Bienvenidos todos y todas a la escuela cada mañana. 

lunes, 13 de julio de 2020

Tuneadora busca ...


Tunear mascarillas se ha convertido en una afición en esta anormalidad forzada en la que estamos inmersos.
Flores, calaveras, un loquillo y hoy un trébol de cuatro hojas. Todas ellas me están ayudando a narrar, sin yo haberlo pensado, el tiempo que estoy viviendo.
Me he preguntado el motivo de mis dibujos, pero no encuentro nada. Solo cojo la mascarilla nueva y dibujo el instante de coger la mascarilla. 

Es tiempo de esconder, obligatoriamente, nuestras expresiones faciales, nuestras sonrisas, nuestros gestos inapropiados y generosos. Quizá descubramos que una mirada vale un potosí y que la cara es el espejo del alma y nos demos por fin contra ese espejo revelador. O nos rompamos la cara...

Ahora nos miramos y nos descubrimos en otros mirándonos más y mejor que nunca. La pupila nos acerca, rompiendo esa distancia programada, decretada y multada, que respeta nuestro espacio vital.  Ahora que nadie invade mi zona de confort, busco ser invadida por algún bárbaro atrevido que se acerque a hablarme más cerca o a tocarme un brazo, las manos, el cuerpo. Y hay una caricia perdida en el aire que respiramos con las bocas y fosas nasales cimentadas. Habrá que derrumbar la distancia de alguna forma.... 
De verdad, ¿nos miramos?
Me concedes esta mirada...

lunes, 15 de junio de 2020

Volver

Mis padres, Elisa y Diego.
El patio de mi casa... ayer fue particular y especial. Tres meses y medio sin ver a unos padres, es demasiado tiempo en una sola vida. Qué tontería, pero pensé en todos los abrazos y besos que ya nunca iba a recuperar y que seguro que algún día me harán falta. Hoy ya me están haciendo falta. Y lloré con la emoción del reencuentro, lloré porque mis ojos de nuevo me regalaban la presencia de mis padres tras el confinamiento. Lloré por todos los padres perdidos del mundo y porque yo, afortunada, estaba frente a los míos, sentada en una mañana de principios de verano, en el patio, al sol, como si el tiempo si hubiera pasado.
Y llegué como llegan los reyes magos, cargada de comida, de libros para esa curiosa lectora que hay en mi madre, de sandías y melones para el estómago de mi padre, de comida recién hecha y de cincuenta croquetas de bacalao que les debía y que habían sido motivo de risas en esos tres meses y medio. 
Y nos pusimos al día, si eso es posible. Repaso intenso por las vidas, las enfermedades y las muertes. Análisis político y económico de nuestros pequeños mundos, porque de los grandes no sabemos mucho. Cuidados intensivos, refresco y aperitivo. Subir la ropa de invierno al doblao porque ya estorba, cambiar una bombilla, la cafetera se rompió, el tiempo no perdona.
Mi padre me abrió la puerta sonriendo muy temprano y la volvió a cerrar 12 horas después cuando tuve que marcharme de nuevo. Pero ahora, puedo volver y el sábado vuelvo. Ya saben.. a por mis abrazos y mis besos.

domingo, 7 de junio de 2020

Mi filosofía de vida


 Hoy he tenido una experiencia, que muy bien podría acercarse a lo que voy a atreverme a llamar, éxtasis educativo. 
Las fotos que acompañan este escrito son la unión final, en un solo libro, de las ocho filosofías de vida que César, Sara, Miguel, Manolo, Elena, Irene, Libertad y Ángela, han escrito para mi. Yo soy la afortunada profesora de filosofía que este año ha recorrido a su lado un camino excepcional. Camino de confusión, dudas permanentes, incredulidad, pasión, aprendizaje, madurez, realidad, dolor, felicidad, muerte... uff... Un camino, como pueden imaginar, repleto de piedras en las que hemos ido tropezando sin descanso y sin caernos nunca del todo.
Su trabajo fin de curso era escribir su propia filosofía y lo han hecho; !joder, vaya si lo han hecho!. Chicos de 4º de la ESO han redactado un total de 60 páginas llenas de filosofía y de vida.
No me atrevo a llamarlos trabajos, porque han nacido de la pasión por aprender, libres de la carga evaluativa o numérica que yo pudiera asignar a su trabajo. Si fuese por la nota, les aseguro que se habrían despachado con un par de hojas.
¡¡¡Adolescentes sentados ante una hoja en blanco y filosofando!!! ¿qué estamos haciendo? 

César: "Una mentira es algo inventado, algo que no ha pasado, algo inexistente, así que se podría decir que no es real. ¿Por qué mentimos?"
Sara: "¿Qué es la libertad? ¿Cómo condiciona la sociedad mi libertad? ¿Cómo de libre soy de ser quien quiero ser? ¿Somos libres?
La libertad es la capacidad del ser humano de actuar según sus valores, criterios, razón y voluntad."
Miguel: "No nos queda otra que existir y convivir, e intentar hacerlo con amor y empatía hacia lo que nos rodea sin aires de superioridad ni sádicos espectáculos."

Manolo: "Pensar que somos débiles y podemos morir de cualquier forma, la mas tonta incluida. Y pese a eso, vivimos una vida llena de normas, de cosas que nos impiden hacer lo que querríamos de verdad."
Elena: "Y si me pongo a pensar en si mi realidad es cierta o no, me explota la cabeza, ¿qué otra realidad podría haber? ¿cómo será la realidad de una persona cercana a mí? ¿cómo será tu realidad?"
Irene: "Para mí la educación son aquellos aprendizajes que hacen que sepamos defendernos ante la vida y nos enseñen cómo ser más humanos."
Libertad: "Si necesitamos sentirnos queridos por lo demás, para ser felices, primero nos tenemos que querer a nosotros mismos, quiérete para que te quieran."
Ángela:Creer en el destino, no significa no luchar por lo que uno quiere, y esperar a que las cosas lleguen y sucedan, ya que a mi parecer este es el conjunto de todas las decisiones que voy a tomar en libertad"

Les aseguro que esto solo ha sido una pequeña muestra de lo que pueden llegar a hacer.

Y por todo esto, comprenderán que no pueda entender, que una vez más vayan a recortar en educación. Si nuestros chicos pueden ser grandes pensadores, grandes críticos, grandes ciudadanos: ¿por qué hacerlos pequeños? 

 

miércoles, 6 de mayo de 2020

Nada permanece




Tienes razón, querido Heráclito, todo cambia y nada permanece. No puedo imaginar en qué coño estaría pensando Parménides cuando afirmó que todo ese Ser que el concebía era inmutable. 

Yo nunca soy la  misma, quién querría serlo.
Yo siempre soy la misma, ¿acaso me ves diferente?
¡Que desgaste pensar y creer en todo eso que la gente va a empezar a ser y a hacer cuando acabe esta pandemia!
Erase una mascarilla, tuneada, a una mujer pegada. 
Ahora esta soy yo. 




miércoles, 15 de abril de 2020

Pido disculpas



Qué significa aprendizaje y educación. 
Pido disculpas de antemano, pero para mi resulta muy difícil pertenecer a un colectivo que piensa que enseñar es cualquier cosa de las que hacemos en nuestras clases con nuestros alumnos. Pero sobretodo lo más grave para mi es que esos mismos profesores piensan que eso es educación... ¡con lo poco que sabemos!. Ni enseñar es informar a nuestros alumnos de los conocimientos que poseemos (a veces obsoletos), ni educamos adecuadamente.
Pido disculpas de antemano, pero es difícil lidiar con alumnos inmaduros que no quieren madurar. Alumnos que miran al vacío, incapaces de tomar decisiones y que pretenden que les den todas y cada una de las respuestas a cosas que ni siquiera se han preguntado.
Pido de nuevo disculpas, pero Educar es una acción tan importante, que yo personalmente, no la pondría solo en manos de la administración (como escucho decir especialmente en estos días). Creo que nadie es víctima ni verdugo en todo esto, creo que tenemos que hacernos mayores y tomar las riendas entre todos y dejar de buscar culpables. Está claro que cada uno lo está haciendo lo mejor que puede, pero quizá podemos mucho y sabemos poco. Y por tanto, hacemos demasiado poco, también. Hemos lanzado a nuestros chicos a los leones, sin haberles dado las herramientas adecuadas para ser autónomos y pretendemos que de repente sean responsables con un aprendizaje cuestionable a través de internet. Los chicos son demasiado dependientes para eso. La administración es demasiado inmadura para asumir retos. Los docentes se vuelven más exigentes, cuando no cumplen con lo exigible. Los padres se quedaron fuera en esta partida, porque muchos ni estuvieron antes y ahora si que no podemos pedirles que estén a la altura.
Si a esto le sumamos, que muchos se han dado cuenta de lo importante de las clases presenciales...bingo!
Si el curso termina ahora o luego, me importa una mierda, la verdad. Lo imprescindible es que cuando volvamos a las aulas, lo hagamos mucho mejor de lo que lo hemos estado haciendo hasta ahora. 
Pido disculpas de antemano por opinar pero, sinceramente, creo que mi opinión no debería de ser importante.

sábado, 28 de marzo de 2020

Si no lo digo reviento y no quiero reventar sin decirlo

Pintada como un mimo porque me gustaría no tener que llegar a usar las palabras, pero sino lo hago reviento.
Soy profesora, de esas que una gran mayoría llamará utópica; de las que yo llamaré, simplemente, maestra. Maestra en el término adecuado de entregada a su profesión como una loca, de las de verdad, de las que ya quedan pocas en este planeta obtuso y enrarecido por la falta de profesionalidad y responsabilidad. Soy una de esas profesoras que tiene en cuenta el trabajo diario de sus alumnos, su participación activa, su progreso permanente, sus desidias, sus perezas, sus iniciativas, su dedicación, sus contradicciones, sus despistes y sus aciertos. Que observa lo que ignoran y deja que aprendan lo que no saben, que no les dirige ni digiere todos los conceptos, que les deja respirar, expresarse, reírse en voz alta, llorar, hablar sin levantar la mano, porque a veces su ímpetu no entiende de orden. Maestra que les riñe y les habla con claridad de la estupidez humana, que les llama borregos y que les dice que algunos lo serán siempre, que no les engaña con demagogia ni "no te preocupes". Que les aborda en cualquier sitio para darles un chute de realidad y sacudirles un poco el pavo que llevan encima. Que les deja rectificar y mejorar siempre.
Maestra de las que no necesita exámenes para castigar o premiar, que ha decidido educar, incluso en tiempos de crisis. 
Maestra cansada del abuso desproporcionado hacia los alumnos, de que ser docente en este país se haya convertido para muchos en unas vacaciones con los gastos pagados, en un abuso de autoridad sin sentido, en un desbarajuste y falta de responsabilidad permanente hacia uno de los oficios más hermosos del mundo. Muy cansada de pedir disculpas por los que no hacen bien su trabajo. Muy cansada de que no se rindan cuentas y que cada uno haga de "su capa un sayo". En cualquier empresa cuando el cliente no está satisfecho se le devuelve el dinero y si el trabajador no cumple se le despide. Que cada uno saque sus propias conclusiones, yo solo he sacado las mías.

Mi maestro Sócrates se que estará riéndose de mi ironía y de mis aciertos en estas palabras, se estará riendo al darse cuenta que después de tantos siglos seguimos pensando que lo sabemos todo y no sabemos nada. Va por tí maestro!!

martes, 17 de marzo de 2020

Profesores del mundo!!

Dedicado a todos mis alumnos
"Buenas tardes a todos los profesores. Conscientes de que la situación es muy complicada, para nosotros y para todos, tenemos que pediros por favor que os organicéis entre vosotros de tal manera que nos podamos organizar nosotros también. Estamos durante todo el día y a todas horas recibiendo mensajes con tareas de "clase", tareas "para casa", entregas, etc... sumándose a todo eso las clases online. Y si ya es difícil estar tantos días sin salir de casa, más lo es si no podemos salir de nuestra habitación..."
Así comienza la carta que nuestros alumnos de segundo de bachillerato han mandado a sus profesores hace un momento. Carta que perfectamente han escrito seguramente todos los estudiantes del mundo en estos días inestables que estamos viviendo, agotados de sus nuevos profesores virtuales.
Hace un rato también leía en facebook algo que podría acompañar a esta carta, escrito por un profesor, en la que se pedía coordinación, parar y hacer las cosas en serio: "No se puede improvisar un sistema educativo virtual en 48 horas a base de instrucciones, burocracia y entusiasmo autogestionario" (con tu permiso, Victor Bermúdez)
Aristóteles nos dijo que la virtud reside en el término medio. Una sociedad en crisis se debe dejar acariciar kantianamente para vislumbrar la mayoría de edad en algún momento. Y tenemos que crecer, que es posible que los seres humanos lleguen a acuerdos y que solo con la buena fe no se mueven montañas construidas con excesos académicos. Todo esto se llama hacer las cosas bien. No creo que sea una labor solo de la administración, creo que nos toca gestionarlo a todos. Es el momento de subir la empinada cuesta platónica, saltar la estrecha zanja kantiana, olvidar la guerra de todos contra todos y descubrir lo seres humanos que somos. Solo eso humanos y con capacidades inimaginables para seguir adelante en tiempos de crisis.  Sapere aude! extraordinario.

domingo, 15 de marzo de 2020

Todo va a ir bien

Trabajo terminado.
Ara y Violeta han pintado una bandera con esa esperanza que guardan los niños, permanentemente, en su bolsillo mágico. Todos nos quedamos en casa y ellas pintan para todos los que nos quedamos en casa.
Saboreo un té de frutos rojos, fuera las calles vacías. Los perros han aprendido a pasear a sus dueños en estos días de encierro obligado. Los dueños han aprendido a engañar al tiempo paseando a sus perros.
Suenan las casas llenas, las noticias, los contagios, los muertos, aglomeraciones, insípida ignorancia. Suenan los silencios que no deberían de sonar, suena la desobediencia, la riña, la ineptitud que no se adapta a un tiempo transitorio de crisis. El ruido está en nuestras cabezas. Todo va a ir bien.
A las ocho de la tarde, gratitud en los balcones. El ser humano, extraordinario, canta a sus vecinos, sonríe por primera vez a cualquier otro ser humano extraordinario.
Ayer muy temprano bajé a la calle a por fruta y los escasos desconocidos que nos cruzamos, dejamos de serlo, porque todo va a ir bien, de nuevo.
Ara y Violeta, mis amigas. 15 de marzo 2020
Ellas pintan para los que no se quedarán en casa, para los que no la tienen, los abandonados. Los olvidados, sin balcones ni banderas que nos recuerdan que todo va a ir bien.
Pintan porque tiene que pintar.  No podría ser de otro modo que pintando. 
Ahora mismo, Ara y Violeta cuelgan su bandera en la ventana de su casa, de su pequeño pueblo de Extremadura. En los balcones aplausos que nos unen. Me emociono. Todo va a ir bien.
No saben realmente qué está pasando, pero han decidido pintarlo. Solo pintar y sonreir. Agradecidos.




martes, 3 de marzo de 2020

Schopenhauer y el coronavirus

Con tu permiso, Schopenhauer.
Creo que el auténtico virus que está cruzando nuestras fronteras y paseando libremente por el mundo no entiende de mascarillas, ni tratamientos médicos, ni aislamiento, ni  pánicos mediáticos, ni información pormenorizada. El problema real que está atacando a los seres humanos no se contagia con el contacto, ni por el aire, ni por posibles estornudos que desprendan minúsculas gotitas que caigan sobre otro ser humano. No entiende de género, de edad, ni de un sistema inmunológico fuerte o débil. No asiste a reuniones en las que se concentran personas de diferentes países, ni a partidos de fútbol internacionales, no va de vacaciones, no procede de algún animal por determinar. No echa la culpa a ningún país que esté superpoblado, ni a la negligencia, ni a la experimentación fallida, mutaciones y demás sandeces que no dejo de escuchar.
Siempre va por delante mi torpeza y mi ignorancia, pero también mi humanidad. No entiendo de virus o coronavirus o virus que se coronan o personas coronadas y con virus que viajan por el mundo, pero voy entendiendo, cada vez, un poquito más, la estupidez humana. 
Unos seis millones de niños menores de 15 años mueren de hambre en el mundo al año..espera...eso es ¿uno cada 15 segundos?. En este instante  ya han muerto veintiunamil personas de hambre hoy. El 13% de los ancianos son abandonados, sólo en nuestro país en tiempo de verano. Ciento ochenta y cuatro mil suicidios al año. Más de dos millones han muerto este año por enfermedades infecciosas. Millones gastados en armamento militar, en drogas, tabaco, alcohol, teléfonos móviles, juegos de azar, actuaciones innecesarias, aviones privados, caprichos privados, trabajos no necesarios, educadores que des-educan. Enchufados, homofobias, proxenetas, explotadores infantiles, violadores, asesinos, putas, abusos laborales, desigualdad, pobreza, abandonados en las calles, abandonados en la escuela, cartones y mantas viejas que esconden más seres humanos, crucifijos que crucifican, camellos, vecinos que mueren solos, que viven solos, que duermen solos. Tengo que respirar. 
Schopenhauer decía que nuestro mundo es el peor de los mundos posibles porque lo único que mueve a toda esta gente es el afán de vivir. Decía que el único problema del género humano es ¿cómo me alimento y cómo doy de comer a los míos?. Una vez obtenido el alimento nos lanzamos cuchillo en mano contra nuestro vecino.
Condenados a sobrevivir y a servirnos de todas nuestras facultades para mantenernos vivos, lo conseguimos a cualquier precio, incluso al precio de una guerra universal. Moriremos todos, pero al menos yo estoy vivo. 
Muere tanta gente cada segundo por cosas importantes que hemos perdido el respeto a la muerte. Inmunizados contra el dolor ajeno seguimos frente al televisor, ignorando virus que ya existen y matan desde siempre. Abrazando virus nuevos porque... ¿son nuevos?
¿En serio? ¿esto no iba de justicia y libertad?...espera...¿ignorancia?

domingo, 16 de febrero de 2020

Cada día que vivimos

The Polers.
Me gusta la gente. Ayer fue un día de mucha gente. Personas diversas, van siempre de la mano construyendo cada día que vivimos. Difícil salir de esa compañía humana, difícil abandonar la necesidad de estar rodeados de seres humanos. No hay silencio. Nunca hay silencio. Hasta la noche escupe ruido sin parar, cuando no sabe si estoy escuchando.
Familia planificando una salida, encuentros intermitentes y hermosos en cualquier tienda de la ciudad, en cualquier calle paseando, a viva voz en cualquier bar. Acabamos cantando, con mucha gente, en un concierto, donde siempre se espera a alguien. Desconocidos que coreamos un mismo ritmo, melancólicos, sudando, sonriendo incansables sin más. Suena Loca de Luz Casal y me emociono. Sale Janes Joplin del torrente de música que esconde mi amiga en su garganta. Estamos todos los necesarios. Algunas historias latentes en las fotos, grabadas en la retina y en el móvil. Detrás de la cámara más gente importante, algún superviviente de su propia tragedia. Siempre quedarán cadáveres por el camino que no podremos recoger. Pero siempre estamos todos.
Músicos en pie de guerra, apasionados, sin miedo. Madres que parieron hijos incombustibles, hijas que tienen padres incansables, amigos que respiran para siempre a tu lado, conocidos sinceros que acompañan tu cerveza y actualizan el paso del tiempo muy despacio. Maridos cálidos y cómplices, instrumentos acoplados, compañeros de viaje siempre.

viernes, 31 de enero de 2020

"Mis filósofos"

Miguel, Nico, Irene, César, Ángela, Sara, Libertad, Elena, Manolo

En estos días, en estos segundos o en estos tiempos inexistentes que se arrastran, caminan, corren o vuelan, me he encontrado con la penúltima raza auténtica de filósofos sobre la faz de la tierra. Son mis filósofos, nueve alumnos incandescentes, rebosantes de energía, que me esperan tres días en semana como manda su horario. Son mis filósofos, nueve alumnos abonados, siete días a la semana a esa tertulia filosófica de pasillos, café o wassap, de la que una no puede desprenderse cuando cae en sus redes. Son filósofos y sonríen, porque a diferencia de pesimistas existenciales o románticos, han descubierto que filosofar les aproxima a la realidad y es motivo suficiente para sonreír. 
Libretas de colores llenan nuestros apasionados encuentros, cual amantes clandestinos que abrazan su ser y su tiempo en los rincones que les permite encontrarse el amor. Libretas vacías que al ir descubriendo lo que es el vacío, han decidido llenarlas de palabras, a veces vacías también. 
Se me eriza la piel al escucharles. Hablan como si yo no estuviera, y a mi que me gusta desaparecer, pues perfecto. El arte del diálogo en el espacio que compartimos se transforma en algo que roza lo divino y acaba siendo solo humano. A estas alturas ya han descubierto que mucho de lo que somos es solo eso, casi nada. Ya van sabiendo que la vida es solo vida, que lo demás son adornos, que cambiamos, que hay que dudar cartesianamente de todo, que no queremos ser perfectos y que cada mañana al levantarnos podemos agradecer la existencia sin lugar a dudas.  Y seguimos adelante, cómplices incansables, filósofos, amigos. 


miércoles, 22 de enero de 2020

Sola


Solo puedo ser, sola. Despertar sola, despedirme y recibirte sola. 
Subir y bajar, pequeña y sola. Agarrarme a tus brazos enormes y fuertes, esconder la nariz en el hueco de tu cuello, como siempre, y sola.
Sola, despacio o deprisa, sola. Con el corazón latiendo y llorando de risa. Comiendo sola, bebiendo de las olas de mis mares en invierno, cagando el tiempo de deshecho y sola. Y follándome a la vida, por puta y por loca, por despiadada y eterna, por estar llena de borracheras y vomitonas en callejones oscuros, donde  apenas queda espacio para ella. 
Sola escribo y tiemblo, meciéndome en la invisible imagen que da vueltas por mi cuerpo. Desnuda, sin sueños y llena de casi todo lo que no importa y sola. Durmiendo y muriendo sola.
A veces me rindo, rindiéndome sola. A veces lucho. Y lucho sola. A veces me miro en los ojos de nadie. Y suenan carcajadas cuando no me veo y se que hago un gesto cómplice hacia mi misma.
A veces corro sola en un espacio insuficiente. Brillo sola y me equivoco sola.
Ser solo. Ser sola.