domingo, 4 de abril de 2021

Abonando raíces

Hay veces que es necesario volver a los orígenes para coger impulso. Hay veces que hay que recordar dónde dejamos las raíces que nos amarraban a la tierra que nos hizo crecer, esas raíces elásticas que una ha aprendido a llevarse a dónde quiera que va. Si me preguntan, soy cosmopolita. Si insisten en preguntar, digo que soy de Ibahernando. En este instante sentada en el patio de la casa de siempre. Es curioso porque todo parece oler igual y ya no es igual. De pequeña el olor a vacas, a gallinas y a leche caliente recién ordeñada. El olor a matanza, a lumbre, a café de puchero y garbanzos a fuego lento.
No he dejado de venir nunca, hoy sigo aquí. Ha sido un día de hacer torrijas con huevos de campo, llevar a mi madre a misa de doce por ser domingo de ramos, recordar a Robert, amigo que se fue, cerveza en el bar de Carlos y Tere, charlas variadas, hay que ponerse al día. Paseo hasta la laguna, a la que han arrebatado los árboles que han custodiado fielmente y durante años los corazones , llenos de nombres, que había grabados. Sonaban las ranas y no había nadie más, solo yo y mis raíces degranando recuerdos. Escapada hasta el prao, el sol cayendo y mientras me acercaba me veía al lado de mi abuelo, guiando vacas y aprendiendo esas canciones que solo saben los abuelos. Hay veces que una vuelve y se va, para volver otra vez al mismo punto y no encontrar a nadie, solo a si misma. Y siempre, siempre, coger impulso.