viernes, 17 de marzo de 2017

Las cinco de la mañana

Las noches en vela son extraordinarias. Cuando consigues abrir los ojos sin pereza, el espacio y el tiempo se transforman sin tener consciencia. Es diferente y perturbador. Sonidos que existen en el silencio. Silencios que se entrelazan en las paredes que están colgadas en mi cuarto. Vivo algo, más o menos eterno, distorsionado. Y apenas gozo de mi existencia en este letargo, en el que mi respiración hace eco en mi caja torácica y expulso el aliento acompasado con los pensamientos que busco transformar. Detrás de las ventanas siempre hay alguien despierto y mis oídos me trasladan a suposiciones inexactas, a murmullos imprecisos a sonidos que juego a descifrar. Esta noche tengo el superpoder de ver a través de los cristales, descubriendo diálogos dormidos; de captar con mi olfato lo que empieza a despertar; de ver lo que se oculta al día y tocar la noche acostada a mi lado. Solo las cinco de la mañana, ya he volado alrededor del mundo y no tengo intención de abandonar el traje de heroína nocturna que he fabricado.



miércoles, 8 de marzo de 2017

Cumplir 50

Creo que llegarán los 50 y me pillarán tan despierta que no podré interrumpir mi lucha personal para celebrarlo o meditarlo o sufrirlo o sólo soportarlo. Creo que llegarán los 50 y aunque sabré que han llegado, no lloraré y no tendré crisis, porque a estas alturas ya las he sentido todas. Creo que pasarán los 50 de puntillas sin llamar la atención, sin muestras desmedidas, inusuales, forzosas y no necesarias. Creo que seguirán creciendo mis 50 años, mientras se remueven rebeldes todos los que creía haber ido dejando atrás y me di cuenta hace días que van delante. A partir de mis 50 llevaré una eternidad de pasiones no planeadas, de derrotas delirantes, de locuras, de dramáticas tardes dando gritos en mi alma, de victorias silenciosas, como yo. Sé que llegarán los 50 cualquier día y estarán todas mis palabras y mis actos a mi lado, sonriendo, aplaudiendo mi entrega infinita a este mundo, a veces maldito.