viernes, 1 de septiembre de 2017

No me gustan los adultos

Me asustan los adultos. Carentes de moral, pueden llegar a mentir para su propio beneficio y estar convencidos de que está justificado. Carentes de principios, se adaptan sin escrúpulos a diversas circunstancias de sus vidas, para después olvidarse de que realmente no tienen principios. Sin sentido del humor, sin respeto en las colas del supermercado, en la calle, en los bancos, en las ventanillas de información. Han perdido los rostros amables necesarios para el diálogo con otros humanos, se pisan y se insultan, se chocan y gruñen, se necesitan y se odian. Adultos que se autoproclaman objetivos y no admiten la objetividad. Cotillas, mal follados, críticos destructivos de la felicidad ajena y de la suya propia por defecto. Los adultos convertidos en frutos de su propia represión, de la vida, del miedo a vivir. Nunca he deseado ser adulta y quizá por eso mi relación con ellos es imposible. Reboto en sus incoherencias, su violencia, su falta de voluntad, sus estúpidas acciones, su cobardía y pasividad. Ya no me gustan los adultos. Hoy muero un poco más.