martes, 7 de noviembre de 2023

Mi testamento

 


Me pasa un poco como a Silvio Rodríguez y para que la muerte no me pille sin haber pensado en ella, haré mi testamento, para repartir lo que me falta. 

No le debo nada a la vida y por ende, nada a la muerte. Me sobrará casi todo el equipaje de mano que llevo sobre mi cuerpo, me sobrará hasta mi cuerpo y por eso no quiero ser enterrada, sino arrojada y esparcida. Que recoja el viento todo lo que he ido acumulando. Que alguien se lleve mi poblada y vertiginosa biblioteca. Lamentaré olvidar todos aquellos libros que leí, porque me habrán proporcionado, hasta ese momento, instantes muy placenteros. Que el sol derrita mis relatos, los que escribí y regalé con la pasión de la que soy poseedora y los que sé que nunca escribiré, porque al final la vida no es tan larga como aparenta. Que se lleve el aire, el que habré respirado hasta entonces, mis palabras y mis opiniones, porque no me habrán servido de mucho. Que desaparezca mi aliento, mi alma, mi espíritu, mi filosofía de vida, si es que alguna vez hubo rastro de ella en todo lo que hice. Que las olas del mar, las que rompan contra los acantilados, se lleven mi recuerdo, porque nunca he anhelado ser recordada. Que los ruidos estridentes que hayan ensombrecido algún momento de mi vida se vayan conmigo, para asfixiarlos y que no puedan hacer sombra a los que amo. 

Sólo quiero que se quede mi amor infinito, ellos sabrán quienes son, porque los habré querido sin condiciones y los habré querido siempre hasta mi muerte.