viernes, 31 de enero de 2020

"Mis filósofos"

Miguel, Nico, Irene, César, Ángela, Sara, Libertad, Elena, Manolo

En estos días, en estos segundos o en estos tiempos inexistentes que se arrastran, caminan, corren o vuelan, me he encontrado con la penúltima raza auténtica de filósofos sobre la faz de la tierra. Son mis filósofos, nueve alumnos incandescentes, rebosantes de energía, que me esperan tres días en semana como manda su horario. Son mis filósofos, nueve alumnos abonados, siete días a la semana a esa tertulia filosófica de pasillos, café o wassap, de la que una no puede desprenderse cuando cae en sus redes. Son filósofos y sonríen, porque a diferencia de pesimistas existenciales o románticos, han descubierto que filosofar les aproxima a la realidad y es motivo suficiente para sonreír. 
Libretas de colores llenan nuestros apasionados encuentros, cual amantes clandestinos que abrazan su ser y su tiempo en los rincones que les permite encontrarse el amor. Libretas vacías que al ir descubriendo lo que es el vacío, han decidido llenarlas de palabras, a veces vacías también. 
Se me eriza la piel al escucharles. Hablan como si yo no estuviera, y a mi que me gusta desaparecer, pues perfecto. El arte del diálogo en el espacio que compartimos se transforma en algo que roza lo divino y acaba siendo solo humano. A estas alturas ya han descubierto que mucho de lo que somos es solo eso, casi nada. Ya van sabiendo que la vida es solo vida, que lo demás son adornos, que cambiamos, que hay que dudar cartesianamente de todo, que no queremos ser perfectos y que cada mañana al levantarnos podemos agradecer la existencia sin lugar a dudas.  Y seguimos adelante, cómplices incansables, filósofos, amigos. 


miércoles, 22 de enero de 2020

Sola


Solo puedo ser, sola. Despertar sola, despedirme y recibirte sola. 
Subir y bajar, pequeña y sola. Agarrarme a tus brazos enormes y fuertes, esconder la nariz en el hueco de tu cuello, como siempre, y sola.
Sola, despacio o deprisa, sola. Con el corazón latiendo y llorando de risa. Comiendo sola, bebiendo de las olas de mis mares en invierno, cagando el tiempo de deshecho y sola. Y follándome a la vida, por puta y por loca, por despiadada y eterna, por estar llena de borracheras y vomitonas en callejones oscuros, donde  apenas queda espacio para ella. 
Sola escribo y tiemblo, meciéndome en la invisible imagen que da vueltas por mi cuerpo. Desnuda, sin sueños y llena de casi todo lo que no importa y sola. Durmiendo y muriendo sola.
A veces me rindo, rindiéndome sola. A veces lucho. Y lucho sola. A veces me miro en los ojos de nadie. Y suenan carcajadas cuando no me veo y se que hago un gesto cómplice hacia mi misma.
A veces corro sola en un espacio insuficiente. Brillo sola y me equivoco sola.
Ser solo. Ser sola.