lunes, 21 de agosto de 2017

Ciertos instantes que merecen la espera.

Garganta la Mayor. Foto de Mariano.
Es inquietante descubrir lo que cuesta captar un instante con la nitidez suficiente para poder transmitir, sin equívoco, lo que uno siente cuando lo roba de la realidad y lo traslada al objetivo de su cámara. Hay una mirada pausada, sin prisa, esperando. Lo auténtico ha de ser cogido sin prisa, el tiempo deja de existir para el que mira. El otro se desvanece y solo existe la luz, el color, el filtro con el que se mira lo presente. El instante no siempre coincide con lo real. Lo real, afortunadamente, no siempre es tan real. La imagen conseguida me permite acercarme a los recuerdos. Soy cascada de agua congelada y transparente. Sueno a gotas que caen y despiertan en su choque contra el agua. Soy oxígeno, soy roca. 
Claustro del Monasterio de Yuste. Foto de Mariano.
Paseaba hace años por un claustro parecido. En él un profesor estridente, extravagante y dominico, cuestionaba el sonido del ente. Esta luz me devuelve a mi silencio, a no escuchar sus palabras intrusas en mis pensamientos. Recorría el claustro a su lado. La visita era la excusa para robar la luz y el olor que ahora me regala, después de un largo camino, de nuevo esta imagen.
Agradecida a los ojos que me han devuelto unos instantes que no sabía que tenía refugiados en la memoria.