martes, 13 de marzo de 2018

Soy una mujer


Concepción Arenal tuvo que vestirse de hombre para asistir a la universidad, porque el acceso a las mujeres estaba vedado. El 8 de marzo miles de mujeres universitarias decidieron no ocupar sus asientos en la universidad.
Emília Pardo Bazán no entró en la Real Academia Española porque "no había sitio para señoras".
Carmen de Burgos escribió para dar voz al derecho de igualdad de la mujer, derecho al trabajo y a la educación.
129 mujeres murieron quemadas en una fábrica por defender su derecho al trabajo digno. El 8 de marzo miles de mujeres faltaron a su trabajo y a su deber de mejorar la educación.
Clara Campoamor defendió como abogada los derechos de las mujeres, el derecho al voto, a la no discriminación e igualdad jurídica de los hijos dentro del matrimonio. Exiliada.
Yo no fui a esa huelga que decidió que las mujeres abandonaran todos esos espacios  que otras grandes mujeres habían conseguido para nosotras. Estuve en clase con mis alumnos y alumnas hablando de mujeres, de las invisibles, de las que casi nadie conoce porque los libros de texto han decidido exiliarlas también. Estuve en mi lugar de trabajo homenajeando la libertad conseguida y haciendo comprender a mis alumnos toda la lucha, las libertades y derechos que aún quedan por conseguir.
No soy amiga de celebraciones de días especiales, los que me conocen lo saben y a veces lo critican. Soy amiga de celebraciones permanentes, porque quién puede vivir sin luchar cada día contra el maltrato, la contaminación, la discriminación, la desigualdad, la mala educación, las leyes injustas, la paz...??
Soy una mujer de lucha diaria, Soy una mujer. Soy


domingo, 11 de marzo de 2018

Siempre preguntando

El viernes pregunté a mis alumnos de segundo de bachillerato qué se llevan, ahora que el curso está a punto de terminar y se marchan del instituto. Les pregunté si lo que se llevan les servirá para vivir. Les seguí preguntando, si les hemos dado las herramientas necesarias para ser funcionales en su vida de adultos, si hemos conseguido "amueblar sus cabezas" con las destrezas necesarias para resolver lo que vaya surgiendo a medida que se alejan de nosotros y se acercan a otro entorno más complejo. Insistí en averiguar si nos hemos esforzado lo suficiente por ayudarles a gestionar sus emociones, sus sentimientos, si hemos sabido descubrir sus talentos y acercarles al éxito de su existencia. Quise saber si les hemos transmitido la importancia real de ser generosos y no combativos aunque encuentren una selva en los próximos años y tengan que luchar. 
Me respondieron que se llevan poco de lo importante y mucho de lo que van a olvidar enseguida. Me hablaron demasiado de contenidos y conceptos, exámenes, operaciones matemáticas, prohibiciones, castigos y presión académica. Hablaron poco de satisfacción personal, de sentirse realizados en plenitud, de haber sido escuchados lo suficiente, de motivación y emoción. 
En estos días voy a seguir preguntando, he confirmado el sinsabor que me persigue y me impide dejar de preguntar. Sé que se llevan más cosas de las que ellos creen. Pero sé que se llevan muchas menos cosas de las que deberían.