sábado, 18 de junio de 2016

Educar es algo más simpático

Silvia, Elena y Patricia felices me ceden esta foto
En el último día de clase de este curso he vivido un episodio bastante triste aunque no me ha pillado en absoluto desprevenida. Algo que confirma lo ya sabido: El profesor adora el orden, lo inequívoco, lo programado. Tras la propuesta de disfrutar de las dos últimas horas del año escolar todos juntos en el patio haciendo una guerra de globos de agua y echando unas risas, cuatro de cincuentaynosecuantos profesores de mi centro hemos estado en el evento. Puedo aceptar que me digan que no les gusta mojarse, puedo entender que no les gusten los globos, tengo que entender que salgan a su hora y no puedan quedarse, me obligan a entender que no estaban porque no quisieron estar. La verdad es que simplemente no dijeron ni justificaron nada, ¿ni si quiera su moralidad?. Yo sé que detrás de esa ausencia y de otras muchas -que nada tienen que ver con agua ni globos-, está la falta de compromiso con la educación de nuestros chicos. Muchos años de formación, de estudios universitarios, de cursos de capacitación pedagógica, atención a la diversidad, psicología adolescente, tutorías y nadie les dijo que su misión es acompañar en el proceso de aprendizaje de forma activa, vivencial y directa. Nadie les dijo que deben participar, no solo del estrecho y asfixiante espacio del aula con pupitres colocados en fila a juego,  sino que deben compartir sus espacios abiertos y diferentes, porque es otra forma de llenarlos de educación y de acercarse a ellos. Nadie les dijo que educar es otra cosa, algo más relajado, más abierto, más simpático.





1 comentario:

  1. Palabras y realidades contundentes, Carmen.

    Dejar sentencia de lo acontecido es un cometido de quienes se dejan impregnar por los avatares del momento sin evitarlos.

    Estoy contigo.

    Bsss

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