miércoles, 14 de septiembre de 2016

Yo no voy a retroceder

La nueva ley de educación y las reválidas, esta tarde, temporalmente, han convertido mi vida educativa y apasionada en un amasijo de sinsabores y tristezas. Mañana empiezan las clases, mañana el reencuentro con mis chicos. Después de los abrazos y los besos ¿qué viene?:  la puñalada desgarradora que arrastrará los principios mantenidos desde que habito en la pública. Si acepto la ley y la sigo estaré maltratando el tiempo de éxtasis filosófico que habitualmente compartimos. Si no la acepto y sigo adelante, me perseguirá la responsabilidad de no haber gestionado bien esa reválida amenazante e indigesta. Si acepto las interminables programaciones estaré hipotecando sus vidas inquietas, mi vida de lucha, las vidas de todos los posibles liberados hasta la eternidad. Si sigo adelante construyendo, inventando, actuando, y creando por encima de los inútiles políticos que están vomitando sus mierdas sobre el sistema educativo español, ¿estaré fallando a mis chicos?,  los que tanto confían en mi y a los que amo. 
En este instante siento ganas de huir, mi actividad como educadora se resiste a retroceder. He peleado mucho, he superado críticas y conflictos sobre mi forma de trabajar y evaluar en varios centros en los que he estado. Aquellos que llevan años haciendo lo de siempre no se asustan ante la llegado de la lomce, seguirán su mediocre vida con más mediocridad y la ventaja de que ahora le ley les aplaudirá, porque embutieron a los chicos en largas letanías de memorización y sin sentido. 
Creo que mañana amaneceré de mi dulce letargo, el auténtico, para sumergirme en lo irreal y lo tedioso de tener que sobrevivir de nuevo a otra reforma. Y pensar e inventar... para no escapar. No rendirme. No a la lomce!! No a la reválida!!. Se inicia un tiempo para recuperar al tábano de Atenas. Por favor ¡¡No!!

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