viernes, 27 de octubre de 2017

¿Por qué los independentistas gritan libertad?

Escuchando los gritos de libertad y viendo cómo ondeaban las banderas, sólo vi estupidez entre los que se autoproclaman independentistas y que no saben qué es la independencia, ni la libertad. Me golpearon violentamente momentos en los que también se gritaba libertad y no se parecían en nada al espectáculo de anoche. Gritaron libertad los esclavos, las víctimas del terrorismo, los caídos en las guerras y en las cunetas de nuestro país. Gritaban libertad los objetores de conciencia, Rosa Parks, los hijos maltratados y violados. Escuchaba a los héroes del franquismo, de la guerra civil, de los zulos y las cárceles, los desaparecidos, las voces de los verdaderos presos. Escuchaba a mi padre que siendo guardia civil en activo estaba encadenado a cualquier segundo en el que un terrorista pudiera disparar con absoluta libertad. Ahí estaban también, todos aquellos obligados a luchar por la libertad de otros.
En Cataluña siempre ha habido libertad. Es ahora cuando una minoría, como si de un acto sectario y grotesco se tratara, pretenden hacer creer a una mayoría que son víctimas de verdugos inexistentes. 
Otra cosa sería que gritasen libertad porque son esclavos de sus sombras, de sus vidas, de sus vicios y sus fracasos y de repente hubiesen descubierto que pueden salir de la caverna. Pero creo que no, porque si así fuese no lo harían en nombre de ninguna bandera.
Y luego están los otros, los defensores de la patria, los reconoceréis enseguida porque pasean otra bandera y pretenden colgarse medallas con la confusión del momento. Políticos oportunistas y rastreros que en nombre de la Constitución arañan, una vez más maldita sea, los votos en su escalada al poder. Son incendiarios que arrastran sus desdichas personales a "nuestros" escaños del Congreso, son vendedores de seguros infiltrados, sofistas iluminados por su única riqueza: la esclavitud de otros.
Ando estos días hablando a mis chicos/as de Platón y Cataluña y en esta rebelión mal entendida, el camino es la buena educación: la cuesta empinada y escarpada, la que no todos están dispuestos a subir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario